El Todopoderoso creó el mundo en seis días, y la Creación fue planeada a la perfección. Así leemos en nuestra parashá: “Dios miró todo lo que había hecho, y he aquí que fue muy bueno” (Bereshit 1:31).
La Torá nos relata que el hombre fue creado en la víspera de Shabat. La razón fue para que enseguida comenzara a cumplir una mitzvá: el Shabat. Los Sabios agregan: “Para que inmediatamente pudiera disfrutar del banquete”, pues tenía toda la naturaleza a su disposición. Esto se compara a un rey de carne y hueso que construyó un palacio, lo decoró, preparó un banquete, y por último invitó a los huéspedes (Sanhedrín 38a).
Nuestros Sabios enseñan que, antes crear al hombre, hubo un extenso debate en el Cielo sobre si éste debía ser creado o no. Dice el Midrash:
Dijo Rabí Shimón: Cuando el Todopoderoso se propuso crear al hombre, los ángeles Celestiales se dividieron en varios grupos con diferentes ideas. Unos opinaban que el hombre debía ser creado y otros opinaban lo contrario. A esto se refiere el versículo: “La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se unieron” (Tehilim 85:11). El grupo “de la misericordia” opinaba que el hombre debía ser creado, pues haría benevolencia con sus semejantes. Los ángeles “de la verdad” proclamaban lo contrario, pues el ser humano está lleno de mentiras. El grupo “de la justicia” estuvo de acuerdo en que el hombre fuera creado, pues daría caridad a los necesitados. Y los ángeles representantes “de la paz” opinaron que HaShem no debía crear al hombre, pues siempre busca pelear. ¿Qué hizo Dios? Tomó al grupo “de la verdad” y lo arrojó a la tierra, y luego creó al ser humano.
Analizando este Midrash, vemos que Dios solamente arrojó contra la tierra a los ángeles “de la verdad”, con el objetivo de acallarlos y crear al hombre. ¿Por qué no hizo lo mismo con los ángeles “de la paz”?
Para responder, debemos comprender qué es “la verdad” y qué es “la paz”.
La verdad es un valor importante que el hombre debe adquirir; la mentira es lo contrario. Realmente, la mentira no se encuadra dentro de la Creación. Así solía decir Rabí Shemuel ben Najman (Pesikta Rabatí, capítulo 24): “Encontramos que todo fue creado por el Todopoderoso menos la mentira, pues las criaturas la inventaron, como está escrito: ‘Concibieron y profirieron palabras de mentira’ (Yeshayahu 59:13)”.
La paz: Por otro lado, uno de los Nombres de HaShem es “Shalom” (Paz). La paz también es un valor muy importante. ¡E incluso en las Alturas es necesaria!, como decimos: “Osé shalom bimromav – Quien establece la paz en Sus Alturas…” Sobre esto comenta el sabio Bar Kapará: “Si en las Alturas, donde no hay odio ni envidia, son necesarias la paz y la armonía, más son necesarias para los seres humanos, que tienen malas cualidades”.
La verdad y la paz, junto con la justicia, son los tres elementos que sostienen al mundo, como dice en Pirké Avot: “Sobre tres cosas el mundo se sostiene: sobre la verdad, la justicia y la paz” (Avot 1:18)
Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre “la paz” y “la verdad”?
La verdad no puede ser dividida en partes. ¡Media verdad no es “la verdad”! (Y ya dijo Rabí Zera: “No hay que prometerle al niño que se le dará algo sin cumplir, pues le enseña a mentir”. Sucá 46b.) Pero la paz es elástica; se puede utilizar parcialmente. Un “cese del fuego” bien constituye una etapa para llegar a “la paz completa”.
Ahora entendemos el acto supremo del Creador: Con el objetivo de crear al hombre, HaShem acalló a “la verdad” arrojándola a la tierra; pero dejó a “la paz” en su lugar, en el Cielo.
Y así leemos: “Aquel que ama la paz, trata de conseguirla por todos los medios; saluda a sus semejantes con la palabra Shalom y así contesta el saludo de ellos. A él Dios le concederá la vida eterna en este mundo y en el Mundo Venidero” (Dérej Éretz Zutá, Pérek Hashalom).