Esta semana comenzamos el quinto libro de la Torá: Devarim. Este libro también es llamado Mishné Torá, pues en él se repiten muchos preceptos mencionados ya en los libros anteriores, con el objetivo de agregar detalles adicionales a los mismos.
En el libro de Devarim Moshé se dirige a la nueva generación, preparada para cruzar el río Jordán y conquistar la Tierra Prometida, la Tierra Sagrada. Moshé recuerda nuevamente muchos sucesos que el pueblo vivió desde la salida de Egipto, cuarenta años atrás, y hacia el final del libro menciona la recompensa por cumplir las mitzvot y el castigo por su incumplimiento.
Al comienzo de nuestra parashá leemos: “Estas son las palabras que dijo Moshé a todo Israel…” (Devarim 1:1). Y los Sabios preguntan: “¡¿Acaso lo único que Moshé dijo es lo que figura en este libro?! ¡Toda la Torá fue escrita por Moshé!” (véase Devarim 31:9).
Ellos responden que la intención del versículo es enseñar que estas palabras de Moshé fueron de reproche, pero como Moshé quiso reprochar al pueblo de forma respetuosa, sólo recordó en forma alusiva e indirecta todos los lugares donde ellos pecaron y despertaron la ira Divina (Midrash Sifrí).
Saber escuchar y aceptar reproches es una necesidad constante; para todo individuo, y también para una nación. Los seres humanos no siempre van por el camino de la verdad. También los pueblos necesitan siempre de un dirigente, de un guía espiritual que conozca los caminos de la vida y de la historia, y les indique el sendero correcto a seguir.
Lo importante es saber reprochar sin ofender a ningún ser humano. Y la Torá ya ordenó también: “Reprenderás a tu prójimo y no cargarás pecado sobre él” (Vaikrá 19:17). Nótese que el versículo llama “prójimo” a aquel que recibe el reproche, pues debemos considerarlo como nuestro compañero, como un amigo.
Aquel que desea reprender a su prójimo para que abandone el camino equivocado, debe sentirse amigo de aquel y sólo buscar su bien. Así podrá guiarlo en el sendero de los valores existenciales del pueblo judío, tanto en lo privado, como en lo familiar y en lo comunitario. Y si el prójimo no entiende su sincera intención, deberá explicarle una y otra vez que su único deseo es beneficiarlo y proteger su honor y dignidad, como si fueran los propios.
Todo esto lo aprendemos de Moshé. La Torá dice que él dirigió esas palabras de reproche al pueblo de Israel “después de derrotar a Sijón, el Rey emorita que habitaba en Jeshbón, y a Og, el Rey del Bashán que habitaba en Ashtarot, en Edrei” (Devarim 1:4). Moshé pensó: “Si los reprendo antes de comenzar la conquista de la Tierra, ellos dirán: ‘¿Qué quiere de nosotros? ¿Qué bien nos ha hecho? ¡Él sólo desea hostigarnos, y busca un pretexto para acusarnos, pues en realidad ya no tiene fuerzas para hacernos entrar a la Tierra!’”
Por eso Moshé aguardó hasta que ellos vieran la caída de Sijón y Og, y les dio esas tierras como heredad, y sólo después los reprendió.