Haftará de Emor
Vehacohanim haleviím
Yejezkel cap. 44
La Haftará de esta semana menciona varias leyes que los Cohanim debían cuidar; entre ellas, la prohibición de beber vino al dedicarse al servicio en el Templo: “Ningún sacerdote beberá vino cuando entre al Atrio interior” (Yejezkel 44:21).
En la Torá encontramos varias menciones en relación con el vino. Después del diluvio, Nóaj plantó una vid, bebió vino y se emborrachó, con las consecuencias que hubo luego (Bereshit cap. 9). Nadav y Abihú, los hijos de Aharón, murieron al entrar al lugar más sagrado del Tabernáculo, y según una opinión la razón fue porque estaban ebrios (Vaikrá 10:2 y Rashí allí). El nazir (nazareno) tenía prohibido beber vino, porque debía consagrarse a HaShem (Bamidvar 6:3-7).
Comentando lo que le sucedió a Nóaj cuando se emborrachó, el Rambán z”l (Bereshit 9:26) escribió: “Esta sección menciona el tema del vino en relación con Nóaj, porque aquí hay una prevención más fuerte que la que hay en el capítulo del nazir (el nazareo). Ya que Nóaj fue justo e íntegro, y también salvó al mundo entero, pero incluso a él el vino lo llevó a pecar, y le trajo desprecio a él y maldición a su simiente”.
Entendemos que el nazir (nazareno) tenía la orden y la obligación de santificar su cuerpo, pero en el caso de Nóaj se descubre ante nosotros la descripción del bebedor, y el resultado de beber sin límite. El relato de Nóaj nos presenta esto con toda la cruel realidad. En el capítulo del nazir aprendemos cómo hay que comportarse en relación con el vino, y en el de Nóaj leemos las consecuencias perjudiciales que puede traer.
Nadav y Abihú, los hijos de Aharón, fueron castigados por entrar ebrios al interior del Santuario. Aunque Dios todavía no había prohibido a los Cohanim beber vino, ellos debían haber aprendido de la historia de Nóaj, a quien el vino ya lo hizo pecar.