El pedido de un verdadero jasid
Los jasidim que seguían a Rabí Uri de Strelisk zt”l eran en su mayoría pobres e indigentes; no obstante, cuando se presentaban ante su venerado Rabí, le pedían consejos sobre la fe y el cumplimiento de los preceptos, sin prestar atención a sus necesidades materiales.
Una vez, uno de los grandes Rabinos de la generación visitó a Rabí Uri. En su conversación, entre otras cosas le preguntó la razón de la gran pobreza de sus allegados.
Le contestó el Rabí: “Así ellos quieren ser. De propia voluntad desprecian la riqueza y las vanidades mundanas”.
Justo en ese momento, uno de sus allegados pasó cerca de los Rabinos. Rabí Uri lo llamó y le dijo que tenía la oportunidad de pedir lo que quisiera, pues su distinguido visitante era uno de los justos más grandes de la generación.
“¡Dime qué es lo que deseas pedir para ti y tu familia!”, le dijo dulcemente Rabí Uri.
Respondió aquel jasid, con gran entusiasmo: “¡Lo único que pido es tener el mérito de recitar cada mañana la bendición de Baruj Sheamar con el mismo fervor y devoción que nuestro Rabí lo hace!”