Un huésped importante de Éretz Israel fue a visitar al tzadik Rabí Yejezkel de Kuzmir z”l, y sostuvo con él una larga conversación sobre la Tierra Prometida, las ciudades viejas, y las nuevas, recién construidas.

Luego, el Rabí le preguntó al distinguido Rabino:

“¿Por qué la Tierra Sagrada se llama Éretz Israel? ¿Por qué ‘la Tierra de Israel’, y no ‘la Tierra de Abraham’ o ‘la Tierra de Itzjak’?”

Contestó aquel Rabino:

“Si la llamáramos Éretz Abraham, los descendientes de Yishmael podrían exigir algún derecho sobre ella, pues ellos también son de la simiente de Abraham. Si la llamáramos Éretz Itzjak, también hay pueblos que pedirían su parte, ya que son descendientes de Esav, el hijo de Itzjak. Nosotros llamamos a nuestra Tierra Éretz Israel para proclamar ante todo el mundo que sólo pertenece a los hijos de Israel, a los descendientes de Yaacov”.

Pero Rabí Yejezkel dijo:

“A mí me parece que se llama Éretz Israel para aclarar que sólo le pertenece a quien se comporta como un hijo de Israel, como un verdadero judío…”