¡Ayuda con lo mejor de ti!
Después del milagroso cruce del mar Rojo y el hundimiento de los egipcios, los hijos de Israel elevaron sus alabanzas a Dios. Ellos dijeron: “¡Este es mi Dios y lo glorificaré!” (Shemot 15:2).
En base a estas palabras el Talmud enseña: “Cuando cumplas Sus preceptos, glorifícalo. Haz una hermosa sucá (cabaña), procura tener un hermoso lulav (rama de palmera), un hermoso shofar, un hermoso talit y un hermoso Séfer Torá” (Tratado de Shabat 133b).
Encontramos la mismo idea con respecto a la tzedaká, la caridad: “Cuando alimentes a un hambriento, dale el mejor y más dulce alimento. Cuando le des un abrigo al necesitado, dale el mejor” (Rambam, leyes de Yisuré mizbéaj 7:11).
El Rab Seligmann Ber (Itzjak Dov) Bamberger Haleví z”l (1807-1878) fue uno de los grandes Rabinos de Alemania en su época. Él es célebremente conocido por su obra Amirá Lebet Yaacov y por su Responsa Yad Haleví, entre otras.
Se cuenta que una vez un hombre pobre se acercó al Rab Seligmann Ber cuando estaba enseñando a sus alumnos y le comentó que necesitaba zapatos…
El Rabino interrumpió su disertación y trajo uno de sus pares de zapatos y se los entregó.
Uno de sus alumnos percibió que el Rabino le dio a aquel necesitado un par de zapatos que había comprado tan sólo unos días antes.
“¿Por qué no le dio uno de sus zapatos viejos?”, le preguntó.
Replicó el Rabino: “El pobre hombre necesitaba zapatos; por eso le di los mejores que tenía”.