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6. Tishrei 5786

בס”ד

La fiesta de Shavuot

¿Sabía usted?

  • La fiesta de Shavuot se celebra al terminar los 49 días de la Cuenta del ómer. La palabra shavuot significa “semanas”.
  • En esta celebración recordamos la entrega de la Torá en el monte Sinai. Por eso la llamamos también Zemán matán Toratenu, “el tiempo de la entrega de la Torá”.
  • En la Escritura, Shavuot es llamada con los nombres de Jag hakatzir, “la fiesta de la cosecha”, y Jag habikurim, “la fiesta de las primicias”.
  • Otro nombre que recibe esta festividad es Atzéret, “día de asamblea”.
  • Shavuot es uno de los Shalosh regalim, “las tres fiestas de peregrinación”.
  • En Shavuot se lee el libro bíblico de Rut.
  • Es costumbre comer alimentos lácteos en Shavuot.
  • También se acostumbra adornar las sinagogas y las casas con flores y plantas.
  • Por la noche se realiza el “Tikún de Shavuot”.

Los nombres de la festividad

Shavuot es la segunda de las tres fiestas de peregrinación (los Shalosh regalim). Las otras dos festividades son Pésaj y Sucot.

De acuerdo al mandato bíblico, cada judío debía presentarse en el Templo Sagrado de Jerusalem en estos tres momentos del año, como dice el versículo: “Tres veces al año se presentarán todos los varones del pueblo ante HaShem, tu Dios, en el lugar que escogerá: en la fiesta de las Matzot, en la fiesta de Shavuot y en la fiesta de Sucot…” (Devarim 16:16).

En general, esta festividad es conocida con los siguientes nombres:

(a) Jag hakatzir, la fiesta de la cosecha. Es decir, de la siega del producto del campo. Como dice la Torá: “Y la fiesta de la cosecha de las primicias…” (Shemot 23:16). En la Tierra de Israel, esta es la época en que los agricultores comienzan a cosechar los campos, especialmente aquellos de trigo.

(b) Yom habikurim, la fiesta de las primicias. Como Shavuot marcaba el inicio de la época de recolección de las frutas, a partir de esta fiesta se ofrendaban los bikurim (primeros frutos o “primicias”) en el Templo Sagrado de Jerusalem. En Shavuot mismo se traía la “ofrenda de los dos panes” (Sheté haléjem), que recibían el nombre de “los primeros frutos de la cosecha del trigo”.

A esto se refirió la Torá específicamente al decir: “Y celebrarás la fiesta de Shavuot, con las primicias de la siega del trigo…” (Shemot 34:22); “Y en el día de las primicias, cuando traigan la ofrenda de las primicias a HaShem…” (Bamidbar 28:26).

(c) Jag hashavuot, la fiesta de las semanas. La fiesta de Shavuot se celebra al terminar los 49 días de la Sefirat haómer (la Cuenta del ómer). La palabra shavuot significa “semanas”, y la festividad recibe este nombre porque se realiza siete semanas después del primer día de Pésaj. A esto se refirió la Torá al decir: “Siete semanas contarás para ti… y (luego) harás la fiesta de las semanas para HaShem, tu Dios…” (Devarim 16:9-10).

(d) Zemán matan Toratenu, el tiempo de la entrega de nuestra Torá. Shavuot recibe este nombre pues en ella celebramos la entrega de la Torá en el monte Sinai. En realidad, lo que Dios nos entregó a través de Su revelación pública en el monte Sinai fueron los Diez Mandamientos, que incluyen toda la Torá. El resto de la Torá Dios la enseñó a Moshé cuando éste después subió al monte, y luego Moshé la enseñó a todo el pueblo de Israel.

Dios nos dio la Torá en el año 2448 de la Creación del mundo (1313 antes de la era común). Hoy en día el calendario judío es fijo, y las “siete semanas” de la Cuenta del ómer siempre terminan el 5 de Siván. Por eso, al día siguiente –el 6 de Siván– celebramos la fiesta de Shavuot.

Sin embargo, hasta la época talmúdica (inclusive) los meses eran fijados por el Gran Tribunal Rabínico en base a las personas que se presentaban para atestiguar que vieron la luna nueva. Entonces podía ocurrir que el mes de Nisán no tuviera 30 días (como ahora) sino 29, y las “siete semanas” de la Cuenta del ómer terminaran el 6 de Siván. Esta es la explicación de la opinión talmúdica que sostiene que la entrega de la Torá ocurrió el 7 de Siván (y no el 6).

Nosotros llamamos a esta fiesta Zemán matan Toratenu, “el tiempo de la entrega de nuestra Torá”, y no Yom matan Toratenu, “el día de la entrega de nuestra Torá”, para marcar esta posibilidad: para expresar que tal vez no recibimos la Torá el día 6 sino el 7 de Siván (Ribash, Kaf Hajaím).

(e) Atzéret, asamblea. Este nombre para la fiesta de Shavuot no lo encontramos en el Tanaj (la Biblia) sino en la literatura talmúdica.

La palabra atzéret puede significar “asamblea, reunión”. Shavuot recibe este nombre porque todo el pueblo de Israel se había reunido y unido para recibir la Torá.

Atzéret también significa “culminación, finalización”. Hay quienes explicaron que la razón del nombre es que, en cierto modo, Shavuot constituye la culminación de la fiesta de Pésaj, ya que Dios nos sacó de la esclavitud egipcia precisamente con el objetivo de darnos la Torá.

 

Algunas costumbres de Shavuot

El pueblo de Israel sigue diversas costumbres en la fiesta Shavuot.

Alimentos lácteos

En Shavuot se acostumbra comer alimentos lácteos. Varias razones fueron ofrecidas para esta costumbre. He aquí algunas:

  1. Se acostumbra consumir productos lácteos en la fiesta de Shavuot, pues éstos son muy nutritivos. Además, la Torá misma fue comparada a la leche y la miel, ya que nutre el alma con dulzura. Y así dice el versículo: “La dulzura mana de tus labios, oh amada; como miel y leche bajo tu lengua” (Shir Hashirim 4:11).
  2. Al recibir los Diez Mandamientos, a nuestros antepasados les fueron reveladas todas las partes de la Torá y sus mandamientos. Entre ellas, las leyes de Kashrut. Hasta ese momento sus utensilios habían sido utilizados con carne, pero ahora esa carne pasó a estar prohibida, y también los utensilios donde la carne fue cocinada quedaron prohibidos. Era necesario pasarlos por el proceso de “kasherización”, lo cual implicaba mucho trabajo; también obtener carne kasher requería una gran preparación. (Además, la Torá fue entregada en Shabat, y en Shabat no se puede kasherizar los elementos de cocina ni degollar animales.) Después de la entrega de la Torá, cuando los hijos de Israel regresaron a sus hogares no encontraron nada para comer, excepto alimentos lácteos (Gueulat Israel).
  3. La costumbre de los alimentos lácteos en Shavuot es en recuerdo del Sheté Haléjem, la ofrenda “los dos panes” que se traían al Templo en la fiesta de Shavuot. La ley enseña que si un pan fue puesto en la mesa en una comida láctea o cárnea, está prohibido ponerlo nuevamente en la comida opuesta. En Shavuot comemos ambas clases de alimentos, lácteos y cárneos, y como cada uno estará acompañado de un pan distinto, eso nos recuerda la ofrenda del Sheté Haléjem.
  4. El versículo en Shemot 23:19 relaciona la festividad de Shavuot con la prohibición de mezclar leche y carne. Por eso, en Shavuot comemos alimentos lácteos, y así mostramos que lo hacemos en forma separada de los alimentos cárneos.
  5. Moshé nació el 7 de Adar, y su madre Yojéved lo pudo esconder durante tres meses. Cuando no lo pudo esconder más lo puso en una cesta en el río Nilo, y ese mismo día fue encontrado por la hija del Faraón. Es decir que Moshé fue retirado del Nilo el 6 de Siván, fecha que ochenta años más tarde se convertiría en la fiesta de Shavuot. Cuando la hija del Faraón pretendió que una mujer egipcia amantara al pequeño Moshé, él se negó, y la Torá nos cuenta que hubo que buscar una nodriza judía para alimentarlo. En este mismo día nosotros recordamos el mérito de Moshé a través de la ingestión de alimentos lácteos (Séfer Matamim).
  6. La palabra jalav (“leche” en hebreo) tiene el valor numérico de 40. Esto simboliza los cuarenta días (con sus noches) que Moshé permaneció en el monte Sinai estudiando todos los detalles de la Torá, después de la entrega de los Diez Mandamientos en el día de Shavuot.
  7. La Torá pretende que el hombre sea humilde. Y por eso consumimos productos lácteos en Shavuot: porque la leche es el alimento de los niños (Rabí Pinjás de Koretz zt”l).

Flores y plantas

Al acercarse la fiesta de Shavuot se acostumbra decorar las casas y las sinagogas con hierbas, ramas y flores (aromáticas). También aquí los comentaristas mencionaron diversas razones:

  1. Antes de entregar la Torá, HaShem advirtió que nadie ascendiera o tocara el monte Sinai durante la revelación Divina. La orden incluía que los animales no podían comer el pasto que había en las laderas del monte. Como la revelación Divina ocurrió en un monte con plantas y vegetales, se acostumbra decorar la sinagoga con plantas, hiervas y flores (aromáticas) para recordar la alegría de la entrega de la Torá (Ramá y Yaavetz).
  2. Esta costumbre también evoca las palabras del Midrash (Parashat Ajaré mot), que relata acerca de un rey que poseía un huerto. En una oportunidad, al observarlo, vio que estaba lleno de cardos y plantas salvajes. Llamó a sus jardineros y les ordenó arrancar todo lo que creció allí y destruir el plantío por completo. Pero nuevamente observó, y vio que entre los cardos y las plantas salvajes se destacaba una bella flor. Llamó otra vez a sus jardineros y les dijo: “¡En mérito a esta bella flor no destruiré el huerto!” Similarmente, Dios dijo: “¡En mérito a la Torá habrá salvación para todo el mundo!” (Bené Yisajar).
  3. Hay quien escribió que esta costumbre también recuerda que en Shavuot comienza la época de la cosecha del trigo en la Tierra de Israel. (Véase Bereshit 30:14, Shemot 34:22 y Rut 2:23.)

El libro de Rut

En Shavuot se acostumbra leer el libro de Rut. Como su nombre indica, este libro bíblico relata la historia de Rut, una mujer moabita que a pesar de pertenecer a la familia real, aceptó abandonar su pueblo y su familia en función de adoptar la fe en el Dios Único y convertirse al judaísmo.

Aunque estuvo dispuesta a ser una mujer judía común y simple al convertirse, Rut terminó casándose con Bóaz, el jefe de los Sabios de Israel, con quien tuvo un hijo: Oved. Oved fue el padre de Yishai, e Yishai fue el padre de David. Es decir que Rut fue la bisabuela del rey David; y, de hecho, ella vivió para ver no sólo el glorioso reino de David, sino también el momento en que su tataranieto Shelomó ascendió al trono de Israel.

Los Sabios ofrecieron varias razones para la costumbre de leer el libro de Rut en Shavuot:

  1. El episodio relatado en la Meguilat Rut ocurrió en la época de la cosecha de la cebada y el trigo, que coincide con el tiempo de la festividad de Shavuot.
  2. En la fiesta de Shavuot el pueblo judío aceptó la fe y abrazó la Torá, bajo el lema de Naasé venishmá, “¡Haremos y escucharemos!” (Shemot 24:7). Esto está relacionado con lo que se relata en aquel libro, pues Rut también recibió la Torá y la fe en el Dios Único, al convertirte al judaísmo.
  3. Según la Tradición, el rey David falleció en Shavuot, y el libro de Rut viene a informarnos de su árbol genealógico (Rabí David Abudraham z”l).
  4. En Shavuot se lee el libro de Rut, pues éste nos enseña que para recibir la Torá a veces se necesita pasar sufrimientos y pobreza.

Preguntaron los Sabios: ¿Por qué se escribió el libro de Rut, si en él no encontramos leyes de cumplimiento práctico? Ellos respondieron: Para enseñarte la gran recompensa que reciben aquellos que ayudan y se apiadan de los demás (Midrash Yalkut Shimoní).

Los hijos de Israel al recibir la Torá

Al salir de la oscura esclavitud egipcia, los hebreos padecían la enfermedad de la opresión. Física y espiritualmente estaban débiles, y aunque contaban con armas, no tenían la fuerza suficiente para manejarlas contra el enemigo.

Ellos debían curarse rápidamente para participar del gran acontecimiento de la entrega de la Torá –la enseñanza Divina–, y recibir sobre sí los preceptos a cumplir y las indicaciones del Todopoderoso. Así, al hacer Su voluntad, llegarían a sus verdaderas metas terrenales y espirituales.

Enseñaron nuestros Sabios: “Dijo Rabí Yehoshúa ben Levi: Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, entre ellos había hombres enfermos y minusválidos. Ellos habían quedado así por haber trabajado duramente haciendo ladrillos y construyendo las ciudades del Faraón. Las piedras, el barro y los ladrillos caían sobre los hebreos, y le rompían a uno la mano, a otro el pie, etc. Dijo Dios: ‘¡No puedo dar mi Torá a enfermos e inválidos!’ ¿Qué hizo? Envió a Sus ángeles, y ellos los curaron” (Midrash Tanjumá, Itró).

A la par de las enfermedades físicas que padecían, debemos recordar los golpes y azotes que recibieron de los capataces egipcios durante años, y tampoco podemos olvidar las heridas espirituales que padecían –pues gran parte del pueblo fue alejado de la tradición de los patriarcas–.

¿Qué hace un hombre al levantarse de su cama enfermo? ¿Puede al otro día volver a realizar sus quehaceres cotidianos normalmente?

Generalmente, el médico le indicará al enfermo una cura de reposo, un cambio de aire. De ese modo podrá recuperar fuerzas. Y así, con el paso del tiempo, se reincorporará con nuevas fuerzas y energías a su trabajo y sus actividades habituales.

Así explicaron nuestros Sabios la razón por la cual la Torá no nos fue entregada apenas salimos de Egipto:

Dijo Dios: “Los hijos de Israel salieron de una esclavitud de barro y ladrillos. ¿Acaso Yo podré darles Torá? ¡No lo haré ahora! Que descansen dos o tres meses. Que coman el maná y la carne de codorniz, y beban el agua dulce del pozo de Miriam. Y cuando ya estén suficientemente preparados, les daré la Torá en el monte Sinai”.

Así fue como el pueblo de Israel recibió con amor el Libro de nuestra espiritualidad, cuando todos juntos dijeron: “¡Haremos y escucharemos!”

Siván del año 2448 (-1313)

(Extraído del libro Los Ushpizín, Invitados de Honor del Rabino Iona Blickstein z”l)

Lunes 1 de Siván. La llegada al monte Sinai. Después de caminar por el desierto durante dos meses y medio, el pueblo de Israel llega al monte Sinai. El pueblo acampa en el desierto de Sinai, frente a la montaña. Un fuerte sentimiento de unidad, amor y hermandad los envolvió.

Martes 2 de Siván. Temprano por la mañana, Moshé ascendió al monte Sinai para escuchar la palabra de HaShem para el pueblo. Ese mismo día también descendió para informarles que Dios deseaba darles la Torá.

Miércoles 3 de Siván. Moshé sube nuevamente al monte Sinai para transmitirle a Dios la respuesta del pueblo: ellos aceptaban la Torá. Entonces Dios le ordena comenzar los preparativos para la Revelación. El pueblo dijo que aceptaría la Torá con alegría.

Jueves 4 de Siván. Moshé sube nuevamente a la montaña para transmitir el mensaje del pueblo a HaShem.

Viernes 5 de Siván. Por la mañana temprano, Moshé construye un altar debajo de la montaña, junto con doce piedras que erige por las doce Tribus. Luego envía a los primogénitos de Israel a ofrecer sacrificios para HaShem.

Shabat 6 de Siván del año 2448 (-1313). Al tercer día de la preparación, Moshé se interna en la espesa nube que cubría la montaña. Había allí truenos y relámpagos, y el pueblo temía mucho. En un evento único en la historia, Moshé recibe de HaShem los Diez Mandamientos, los cuales incluyen toda la Torá. Aun más: todo el pueblo de Israel escuchó directamente de Dios los primeros dos mandamientos, “Yo soy HaShem, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de una casa de esclavitud” y “No tendrás otros dioses delante de Mí” (Shemot 20:2-3).

La imponencia de la Revelación Divina fue tan grande, que después el pueblo se acercó a Moshé y le pidió que de ahí en más fuera él quien les transmitiera la palabra de Dios. ¡De no ser así temían morir! (Shemot 20:16).

Moshé les respondió que HaShem no deseaba que sus hijos murieran, y que el objetivo de toda aquella revelación era probarlos y elevarlos, y ayudarlos a adquirir la cualidad del temor a Dios para no caer en el pecado. Luego Moshé se adentró nuevamente en la espesura de la nube, y HaShem envió a los ángeles Mijael y Gabriel para acercarlo y traerlo aún más adentro. El pueblo se mantuvo a lo lejos, pero igualmente escuchó cómo HaShem hablaba con Moshé (Midrash).

Domingo 7 de Siván. A la mañana siguiente, Moshé nuevamente se levanta temprano y construye un altar con doce piedras, para concertar un pacto entre Dios y el pueblo de Israel. Aquí también envió a los primogénitos a realizar el servicio. Antes de concertar el pacto, Moshé tomó el Libro de la Torá que había comenzado a escribir y lo leyó al pueblo, para ver qué decían. Todos respondieron: “¡Todo lo que dijo HaShem, haremos y escucharemos!” (Shemot 24:7).

Entonces Moshé tomó la sangre de los sacrificios y la roció sobre el pueblo, como señal del pacto. Luego subió a la montaña, y permaneció allí cuarenta días y cuarenta noches.

Moshé recibe las Tablas del Pacto. Después de estar cuarenta días en la montaña, donde HaShem le enseñó toda la Torá, Moshé recibió las Tablas del Pacto con los Diez Mandamientos. Eso ocurrió el jueves 17 de Tamuz del año 2448.

Las Tablas del Pacto eran dos tablas de piedra de zafiro que fueron creadas al final del sexto día de la Creación del mundo. Eran muy pesadas (más de 300 kg), pero eran milagrosas y la piedra podía ser enrollada como un Rollo de la Torá. Su medida era 6 puños de alto por 6 puños de ancho, y su espesor era de 3 puños (48 x 48 x 24 cm aprox.).

Dios nos dio los Diez Mandamientos en dos tablas y no en una sola, porque las dos tablas representan el cielo y la tierra. Además, las Tablas del Pacto se llaman también las “Tablas del Testimonio”, pues dan testimonio de que HaShem nos dio la Torá; y para que haya un “testimonio” se necesitan dos testigos.

¡Agua! ¡Agua!

La Torá fue comparada al agua, como dijo el Profeta Isaías: “¡Todos los sedientos, vayan hacia el agua!” (Yeshayahu cap. 55).

Y efectivamente, analizando las particularidades del agua, vemos como dicha comparación es precisa y exacta.

  • En el mundo hay agua en todos lados sin excepción; también la Torá abarca todo el mundo, de un extremo a otro, como está escrito: “Su medida es más extensa que la tierra” (Yov 11).
  • Tal como el agua significa vida para el mundo, también la Torá es vida para quienes la estudian, como está escrito: “Vida es ella para quienes la encuentran” (Mishlé 4).
  • Así como el agua cae del cielo, la Torá también proviene del Cielo, como está escrito: “Pues desde los cielos He hablado con ustedes” (Shemot 20).
  • Tal como el agua cae con ruido y estrépito, la Torá también fue dada así, como está escrito: “Y el tercer día, por la mañana, hubo ruidos y relámpagos” (Shemot 19).
  • El agua tiene la propiedad de revivir a quien desfallece; así también ocurre con la Torá, como está escrito: “La Torá de Dios es integra, restablece el espíritu” (Tehilim 19).

Una historia para Shavuot

Nuestros Maestros relataron la siguiente historia, que ocurrió con Rabí Yojanán ben Beroká y Rabí Eliézer ben Jismá.

Ellos eran discípulos de Rabí Yehoshúa, y fueron a visitarlo a su casa en la ciudad de Pekiín, en ocasión de la festividad.

“¿Qué nueva enseñanza aprendieron en la Casa de Estudio hoy?”, les preguntó Rabí Yehoshúa.

“Somos tus discípulos, y queremos beber con sed tus enseñanzas”, le respondieron.

“De todos modos, es imposible estar en la Casa de Estudio y no aprender algo nuevo”, comentó Rabí Yehoshúa. Y luego les preguntó: “¿Qué sabio fue elegido para disertar este Shabat?”

“Rabí Elazar ben Azariá”, le respondieron.

“¿Y de qué tema habló?”, inquirió nuevamente Rabí Yehoshúa.

Ellos le dijeron que Rabí Elazar ben Azariá habló de la sección del Hakhel (Devarim cap. 31), que enseña que una vez cada siete años todo el pueblo –hombres, mujeres, e incluso los niños pequeños– debían reunirse en el Templo Sagrado para escuchar la lectura de ciertas secciones de la Torá.

“¿Y qué dijo?”, volvió a preguntar Rabí Yehoshúa con interés.

Ellos le contaron que Rabí Elazar ben Azariá preguntó: “Si los hombres debían ir allí para estudiar, y las mujeres para escuchar, ¿por qué la Torá ordena que también debían llevar a los niños más pequeños?” Y luego, que respondió: “¡Para incrementar la recompensa de sus padres, que debían traerlos!”

Absolutamente sorprendido y conmovido, Rabí Yehoshúa dijo sus discípulos: “¡¿Ustedes tenían en sus manos esta piedra preciosa, y no me la querían enseñar?!”

 (Tratado de Jaguigá 3a)

Algunas leyes de Shavuot y de Yom Tov

La víspera de Shavuot

  1. Al acercarse la fiesta de Shavuot se acostumbra decorar las casas y las sinagogas con hierbas, ramas verdes y flores (aromáticas), para recordar la alegría de la entrega de la Torá en el monte Sinai.
  2. Antes de la festividad el hombre también debe prestar atención a comprar regalos para alegrar a su esposa e hijos en el día sagrado. Si tiene la posibilidad, a las mujeres les debe regalar ropas, joyas, etc., y a los pequeños alegrará con dulces y golosinas.
  3. En la víspera de Shavuot está prohibido hacerse análisis de sangre o sacarse sangre con otros fines. Ese es un tiempo de peligro, pues si los israelitas no hubieran aceptado recibir la Torá, hubiesen muerto en el desierto. Por eso los Sabios decretaron no sacarse sangre en la víspera de todas las festividades, a menos que se trate de un caso en que peligre la vida (Shulján Aruj, Oraj Jaím 468:10).

El encendido de las velas

  1. Aunque en Shabat la mujer debe encender las velas el viernes por la tarde, antes del comienzo del Shabat, en los días de Yom Tov está permitido encender las velas antes de que comience el día sagrado o después de que comenzó. (No obstante, cuando la víspera de Yom Tov no cae en Shabat es bueno encenderlas en el horario habitual, antes del comienzo de la festividad, para honrar más la festividad y “recibirla” con las velas encendidas.)
  2. Atención: En Yom Tov está prohibido encender un fuego nuevo, y sólo se permite pasar fuego encendido de un lugar a otro por medio de un fósforo, un papel, una madera, etc. (También está prohibido encender la luz eléctrica en Yom Tov). Y después de encender el fuego en el segundo lugar se debe apoyar con cuidado el fósforo, etc., en un plato u otro utensilio, para no apagarlo en forma directa y dejar que se apague solo.
  3. Al encender las velas de Yom Tov se recita la bendición Baruj Atá… asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner shel Yom Tov, “Bendito eres Tú… que nos consagró con Sus preceptos y nos ordenó encender las velas del Día Bueno”.
  4. Cuando Yom Tov cae en Shabat la bendición que se recita es: Baruj Atá… asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner shel Shabat veYom Tov, “Bendito eres Tú… que nos consagró con Sus preceptos y nos ordenó encender las velas de Shabat y el Día Bueno”. Otros dicen: …lehadlik ner shel Shabat veshel Yom Tov, “…encender las velas de Shabat y del Día Bueno”.
  5. Muchas mujeres acostumbran recitar también la bendición de Shehejeyanu al encender las velas en honor a la festividad: Baruj Atá… shehejeyanu, vekiemanu vehiguianu lazemán hazé, “Bendito eres Tú… que nos dio vida, nos mantuvo y nos hizo llegar a este tiempo”. Y cada mujer debe seguir la costumbre de su comunidad o de su familia.

La noche de Shavuot

  1. Aunque en cualquier día festivo está permitido adelantar el servicio de Arvit, y comenzarlo antes del horario de salida de las estrellas, en la primera noche de Shavuot se acostumbra comenzar el servicio de Arvit sólo después de ese horario, porque está escrito que la Cuenta del ómer debe ser “siete semanas completas” (Mishná Berurá 494:1).
  2. Shavuot es uno de los Shalosh regalim (una de las tres fiestas de peregrinaje). Por consiguiente, las oraciones de Shavuot son similares a las de cualquier otro Yom Tov, con la diferencia que en Shavuot mencionamos específicamente que esta fiesta es Zemán matán Toratenu, “el tiempo de la entrega de nuestra Torá”.
  3. Después del rezo de la noche de Shavuot se realiza la cena festiva con comidas y bebidas deliciosas, así como en toda festividad.
  4. En la noche de Shavuot se recita el texto del Kidush para Yom Tov, y luego se recita la bendición de Shehejeyanu. Cuando la festividad cae en Shabat también se recita el texto del Kidush para Yom Tov, pero además se agregan las palabras que hacen referencia al Shabat.
  5. En general, todo trabajo que está prohibido realizar en Shabat, también está prohibido realizarlo en Yom Tov, excepto aquellas labores relacionadas con Ójelnéfesh (amasar, cocinar, hornear, etc.), como está detallado en los libros de Halajá.
  6. En la fiesta de Shavuot se acostumbra consumir productos lácteos. Hay quienes realizan la comida de la noche con alimentos lácteos, pero muchos acostumbran comer los productos lácteos durante el día de Shavuot, antes o después de la comida festiva del día. (Después de comer lácteos hay que cambiar el mantel y la vajilla antes de comer carne; y si es necesario, también hay que enjuagarse y limpiarse la boca, como indican los libros de halajá. Por otro lado, después de comer carne hay que tener cuidado de no consumir productos lácteos si aún no pasaron 6 horas.)
  7. Al terminar la comida de la noche de Shavuot muchos hombres acostumbran ir a la sinagoga y se quedan allí estudiando Torá durante toda la noche, como será explicado.

El día de Shavuot

  1. Quien permaneció despierto toda la noche, según la costumbre sefaradita puede recitar por la mañana todas las bendiciones matutinas y las bendiciones de la Torá, con excepción de la bendición Al netilat yadaim y de la bendición Asher yatzar (a menos que vaya al baño).
  2. Según la costumbre ashkenazita, quien permaneció despierto toda la noche no puede recitar las bendiciones de Al netilat yadaim y Asher yatzar (a menos que vaya al baño), y tampoco puede recitar las Bircot HaTorá y las bendiciones Elokai Neshamá y Hamaavir shená. Por eso, es correcto acercarse a alguien que durmió por la noche y pedirle que recite dichas bendiciones en voz alta, para cumplir la obligación a través del recitado de esa persona (Mishná Berurá 494:1).
  3. Hay que tener cuidado de rezar las oraciones de Shajarit y Musaf con entusiasmo y agilidad, para no ser atrapado por el sueño.
  4. Asimismo, hay que prestar atención a recitar el Halel completo con gran alegría.
  5. En la oración de Musaf se mencionan las ofrendas especiales que eran traídas al Templo Sagrado en el día de Shavuot, como figura en los libros de oraciones.

El resto del día

  1. Al referirse a los días de Yom Tov, la Torá dijo: “Asamblea (día de reunión) será para ustedes” (Bamidbar 29:35), y también: “Asamblea (día de reunión) será para HaShem, tu Dios” (Devarim 16:8). El Talmud explica que en Yom Tov debemos dedicar la mitad del día “para HaShem”, y la otra mitad, “para nosotros” (Pesajim 68b). Y así dictamina la Halajá: “La mitzvá en Yom Tov es dividir el día: la mitad, para el Bet Hamidrash (el rezo y el estudio de Torá), y la otra mitad, para comer y beber” (Shulján Aruj 529:1).
  2. Por eso, después de realizar la comida festiva del día, principalmente en Shavuot corresponde continuar estudiando Torá. Quien esté muy cansado, podrá ir a descansar un poco y luego se sentará a estudiar.
  3. En el día de Shavuot se acostumbró recitar diversos poemas durante el servicio, o después del servicio. En las comunidades ashkenazitas recitan el poema Akdamut milín antes de la lectura de la Torá. En las comunidades sefaraditas muchos acostumbran recitar el poema llamado Ketuvá; y también “las Azharot”, sobre los 613 preceptos, escrito por Rabí Shimón ibn Gavirol z”l.
  4. En Shavuot se acostumbra leer el libro bíblico de Rut.
  5. También se acostumbra leer el libro de Tehilim (Salmos), pues según la Tradición, el rey David murió en el día de Shavuot.
  6. Muchos estudian en Shavuot el Libro de los Preceptos, escrito por Rabí Moshé ben Maimón z”l.

El Tikún de Shavuot

En la primera noche de Shavuot la costumbre es permanecer despiertos y dedicarse al estudio de la Torá toda la noche.

  1. El origen de esta conducta se encuentra en las palabras del libro del Zóhar, que cuenta que los Jasidim harishonim (“los piadosos de las primeras generaciones”) se quedaban despiertos toda la noche de Shavuot para dedicarse al estudio de la Torá. El Zóhar dice que al recibir (y estudiar) la Torá se concreta una unión total entre el Creador y Su pueblo, y explica lo importante que es la añoranza anterior a dicho momento. Alegóricamente, esto se asemeja a la noche previa a una boda, en la cual la novia está totalmente dedicada a sus ropas, a sus joyas y a todos los demás preparativos pertinentes para el gran evento de su vida. Dice el Zóhar: “Todos los que hacen el Tikún en esta noche y se regocijan con él, serán registrados e inscritos en ‘el Libro de los Recuerdos’, y el Señor los bendice con setenta bendiciones y coronas del Mundo Superior”.
  2. Otros explicaron la razón del estudio del siguiente modo: La noche anterior a la entrega de la Torá, los hijos de Israel se quedaron tan profundamente dormidos que el Santo, bendito sea, tuvo que despertarlos para darles la Torá mediante los truenos y los relámpagos que hubo antes de la revelación Divina en el monte Sinai. Por eso, para corregir (letakén) esa falta, nos quedamos despiertos toda la noche estudiando la Torá. Y por eso este estudio se llama “Tikún”.
  3. Según el Arí z”l, todo aquel que se abstiene de dormir en esta noche, y estudia Torá, tiene asegurado que no sufrirá daño alguno en ese año (Mishná Berurá 494:1).
  4. Es bueno juntar un Minián para realizar el estudio.
  5. En el Tikún de la noche de Shavuot muchos acostumbran estudiar los textos que figuran en el libro Kerié Moed, que fue redactado en base al Zóhar y a los Sabios Kabalistas, y dicho estudio da muchos frutos y trae santidad y pureza al alma. Dichos textos son como un “muestrario” de toda la Torá. Encontramos los versículos iniciales y finales de todas las secciones semanales de la Torá, y también de los primeros y últimos libros de los Profetas y de las Sagradas Escrituras. Algunos capítulos especiales figuran completos, como los del cruce del mar Rojo, la entrega de la Torá y los Diez Mandamientos, y el Shemá Israel. Además, hay varias secciones del libro del Zóhar y un resumen de los 613 preceptos. Hoy en día en muchos lugares se acostumbra no estudiar las secciones de la Mishná (como mencionaron los Sabios Kabalistas).
  6. Quienes prefieren estudiar otros textos tienen permitido hacerlo, pues todo estudio de Torá es muy beneficioso, y más aún, en esta noche. Pero si la mayoría de la congregación lee el Tikún, la minoría también debe hacerlo (y buscarán otro momento para dedicarse a otros estudios).
  7. La costumbre de realizar el Tikún en Shavuot y quedarse estudiando Torá toda la noche es sólo para los hombres, y no para las mujeres.
  8. Aquellos que se quedan despiertos toda la noche deben tener mucho cuidado de no perder el tiempo manteniendo conversaciones vanas; además, estar sentado sin hacer nada es considerado como dormir.
  9. Especialmente aquellos que rezaron la oración de Arvit durante el día, deben prestar atención a recitar el Shemá Israel completo antes de la medianoche.
  10. Si en el grupo de estudio hay un erudito, es correcto que explique las palabras del Talmud, el Midrash y los 613 preceptos, para ayudar a los presentes a comprender más los textos y prevenir que se queden dormidos.
  11. En algunos lugares se acostumbra servir té o café a aquellos que se quedan estudiando Torá toda la noche. En este caso, la bendición que se recita antes de beber el primer vaso sirve también para todos los demás vasos que se beben en el transcurso de la noche, aun si pasa mucho tiempo (más de 72 minutos) entre un vaso y otro. Y al recitar la bendición por el primer vaso es bueno pensar expresamente que servirá para todos los que sean servidos después. No obstante, si la persona salió de la sinagoga o la Casa de Estudio, debe recitar nuevamente la bendición antes de beber otro vaso.

El rey David

En el día de Shavuot se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento del Rey David (y por eso muchos leen el libro de Tehilim en este día).

Los antepasados del rey David

David nació en Bet Léjem, una ciudad ubicada en el territorio de la Tribu de Yehudá (Judea), en el año 2854 de la Creación del mundo (906 antes de la era común). Él fue la décima generación de los descendientes de Yehudá, el hijo del patriarca Yaacov.

De la familia de Yehudá salieron muchos príncipes y líderes de Israel. Uno de ellos fue Najshón ben Aminadav, un antepasado de David que era cuñado de Aharón Hacohén y fue el Príncipe de la Tribu de Yehudá.

Najshón se hizo famoso en el cruce del mar Rojo, luego de la salida del pueblo de Israel de Egipto, cuando fue el primero en saltar al mar. Ante él las aguas se dividieron y dieron paso a todos los israelitas. Desde entonces Najshón fue muy venerado, e incluso se le concedió el honor de ser el primer Príncipe que trajo su ofrenda cuando al año siguiente fue erigido el Mishkán (Tabernáculo del desierto).

El bisabuelo de David fue Bóaz –llamado también Ivtzán, de la Tribu de Yehudá–, el décimo Juez de Israel, entre los años 2785 y 2792 de la Creación. (Los “Jueces” fueron los líderes del pueblo en el período entre Yehoshúa bin Nun y el rey Shaúl.) Bóaz fue uno de los hombres más sabios, grandes y piadosos de su generación. Sus posesiones fueron numerosas, y su generosidad fue famosa.

Cuando Bóaz tenía ochenta años de edad se casó con Rut, una mujer que pertenecía a la familia real moabita. Aunque su abuelo era el poderoso rey Eglón de Moab, Rut prefirió abandonar su pueblo y su familia en función de adoptar la fe en el Dios Único y convertirse al judaísmo.

Todos sus sufrimientos y desgracias no la hicieron vacilar, por la gran devoción que sentía hacia su nuevo pueblo. Aun entre las modestas y hermosas doncellas de Yehudá, Rut sobresalió por sus encantos propios; su modestia, su piedad, su devoción y su desprendimiento y desinterés fueron célebres.

Rut estuvo dispuesta a ser una mujer judía común y simple al convertirse, ¡pero cuán grande fue su recompensa! Ella se convirtió en una princesa de Israel cuando Bóaz, el jefe de los Sabios de Israel, la tomó por esposa. Rut tuvo con Bóaz un hijo llamado Oved.

Oved fue el padre de Yishai, e Yishai fue el padre de David. Es decir que Rut fue la bisabuela del rey David. Y, de hecho, ella vivió para ver no sólo el glorioso reino de David, sino también el momento en que su tataranieto Shelomó ascendió al trono de Israel.

A través de los años, las grandes tradiciones de la noble familia de Yehudá el hijo de Yaacov fueron preservadas por la Casa de Yishai. David recibió de su padre Yishai los rasgos más nobles de sus célebres y grandes antepasados, y la Casa de David fue una casa de sabiduría, piedad, bondad, generosidad y riqueza.

El rey David, autor de los Salmos

Aunque fue un gran guerrero y un poderoso monarca, no por eso David ganó el eterno cariño y reconocimiento de nuestro pueblo, y de todos los pueblos de la Tierra. En cambio, lo ganó por ser el autor del Libro de los Salmos (Tehilim), “el poeta más dulce de Israel”.

En su generación, el rey David continuó la Tradición de la Tora como sucesor espiritual del profeta Shemuel (Samuel). Él se rodeó de un grupo de profetas y sabios, y juntos estudiaban la Torá. David no se dedicó a los placeres de la vida ni al confort que el palacio real le brindaba. A diferencia de otros reyes, se levantaba antes de la salida del sol para orar y cantar salmos de alabanza a Dios, el Rey de los reyes.

Los Salmos son himnos de loa al Todopoderoso, Creador del universo. Hablan de la grandeza de Dios, de Su bondad y misericordia; de Su poder y justicia. En los Salmos David derramó todos los sentimientos que su corazón contenía, y expresó que depositaba su fe sincera y su pura confianza únicamente en Dios. Muchos de los Salmos son oraciones y súplicas que el rey David oró a Dios en tiempos de peligro.

Algunos Salmos contienen buenos consejos, mostrando el verdadero camino de la felicidad a través de la virtud y el cumplimiento de los mandamientos de Dios. De esta manera los Tehilim reflejan con asombrosa exactitud los variados eventos, acontecimientos e incidentes que pueden ocurrir en la vida del individuo, en la sociedad y en toda la nación judía.

Verdaderamente, a través de la historia de David, de su exilio y su persecución, de sus luchas y sus eventuales triunfos, el pueblo judío puede encontrar un ejemplo y una profecía de su propia vida, individual o colectiva. No es de extrañar, pues, que el Libro de los Salmos ha servido a través de las generaciones y hasta el día de hoy, como fuente infinita de inspiración, coraje y esperanza.

Millones de testigos

(Extraído del prólogo del Séfer Hajinuj)

En general, la pura verdad es aquella con que la mayor parte del mundo está de acuerdo; y cuantas más personas atestiguan sobre una cosa, más aceptada es por los oyentes. Pero cuando los testigos son pocos, para los inteligentes, la cosa empieza a ser un poco menos segura.

Esto es tan aceptado, que todos los pueblos decretaron en sus leyes que sólo se puede condenar a alguien a muerte cuando dos o tres personas testimonian que cometió el crimen.

Justamente por este mismo motivo todos también están de acuerdo en aceptar lo que les cuentan oralmente sus padres sobre lo que sucedió en sus días, o en los días de sus abuelos. Y cuando los padres que atestiguan algo son muchos, y también son numerosos aquellos en cuya época se desarrolló el suceso que dicen que vieron con sus propios ojos, no cabe ninguna duda de que el acontecimiento seguro ocurrió, y es un hecho aceptado para los hijos que lo escuchan.

Por eso, cuando Dios quiso dar su Torá al pueblo de Israel, la dio ante los ojos de 600.000 hombres adultos, además de las mujeres y los niños que había allí. Eso fue así para que todos ellos sean testigos confiables de ese evento. Y para que el testimonio sea más fuerte y creíble, todos tuvieron el privilegio de ascender al nivel de la profecía; porque jamás puede haber duda sobre aquello que se sabe y se percibe mediante la profecía.

Dijo Dios a Moshé, antes de la gran Revelación en el monte Sinai: “Yo me revelaré ante ti mediante una nube espesa, para que el pueblo escuche cuando hable contigo, y también en ti crea para siempre” (Shemot 19:9). Esto significa que ellos y sus hijos hasta la eternidad creerán en Moshé y en su profecía, porque sabrán con certeza que Dios habló con un ser humano que quedó con vida después de escuchar la Palabra de Dios, y entonces sabrán que toda la Torá es cierta.

Pero si ellos no hubieran tenido el privilegio de la profecía y de ver todos los milagros que Moshé realizó ante el Faraón frente a todos, algunos hubieran podido disentir y decir: “¿Quién sabe? ¿Quizás Moshé hizo todo mediante la magia, con alguna sabiduría diabólica o con la fuerza de los nombres de los ángeles?”

Los sabios y los hechiceros egipcios eran los más grandes del mundo, y aun así tuvieron que reconocer ante Moshé y el Faraón que todo lo había hecho Dios mediante Su poder. Sin embargo, si alguien quería encapricharse podía decir que la sabiduría de Moshé era mayor que la de los egipcios… Por eso, gracias a la profecía no les quedó ninguna duda sobre esos hechos. Ellos supieron con certeza que todo ocurrió por la Palabra del Altísimo, comprendieron que todo fue por Su poder.

Ellos, que vieron con sus propios ojos, supieron todo en forma cierta y clara. Es imposible para un ser humano tener una verdad más fuerte. Y esa es la verdad que aquella generación atestiguó ante sus hijos, al asegurarles que todas las palabras de la Torá son ciertas y claras desde el comienzo hasta el final, sin ningún lugar a dudas, así como las recibieron a través de Moshé. Y los hijos de aquella primera generación volvieron a testimoniar eso mismo ante sus propios hijos, y éstos ante los suyos, generación tras generación, hasta llegar a nosotros.

De todo esto vemos que nuestra Torá es verdadera, de acuerdo con el testimonio de 600.000 testigos confiables –un gran número, que reúne todas las ideas humanas–; aparte de las mujeres y los niños que presenciaron todos esos eventos.

Y hay que aclarar un punto más: a través de la “investigación” nunca podríamos llegar a comprender el sentido de la Divinidad. ¡No hay ningún científico que pueda entender a fondo el mundo terrenal! Porque ¿quién puede descubrir por completo las cualidades ocultas en las hierbas, los frutos y las piedras preciosas mediante el conocimiento de la investigación?

Si ante eso se quedan asombrados todos los científicos y toda la gente culta, ¿cómo podemos nosotros ir a aprender de ellos la elevada Sabiduría y el conocimiento de Dios?

No obstante, un extraviado, cuyo corazón se apartó de nuestro Dios, podría argumentar contra nuestra tradición y decir: “¿De qué te sirve la tradición judía? ¿De qué te sirve preguntar a tus padres y a tus abuelos? ¡Busca e indaga con tu propia inteligencia! Profundiza con tus propias opiniones, abre tus ojos y mira lo que ocurre en tu mundo. Analiza en los movimientos de los astros celestiales, los cambios que ocurren en la tierra, y a través de ellos verás y comprenderás todos lo oculto en la ciencia”.

Pero a nosotros, el pueblo judío, ¡Dios nos libre del error de dedicarnos a cosas que son mucho más elevadas que nuestra inteligencia y comprensión! Además, nosotros no necesitamos esos caminos de “investigación” o “análisis”, porque nuestros antepasados nos dejaron “una mesa servida”. Ellos ya profundizaron en todos los interrogantes filosóficos y científicos, y llegaron hasta el fondo de la sabiduría verdadera. Ellos supieron que Dios habló con un ser humano que quedó con vida para transmitirnos la profecía. ¿Por qué tenemos que investigar y rebuscar en las palabras de nuestros antepasados para comprobar que son verdad? Sólo necesitamos beber con sed sus palabras, tal como fueron escritas y transmitidas.

Veamos el siguiente ejemplo: Alguien recibe el testimonio de millones de personas que le indican no beber el agua de cierto río, porque vieron que ese agua mató a quienes la bebieron, y ellos lo comprobaron miles de veces en distintas épocas y con personas de diversos países. Después se acerca un famoso y sabio doctor, y le dice: “¡No les creas a todos ellos! ¡Yo te aseguro científicamente que ese agua no es capaz de matar a nadie! Ese agua es clara, transparente y ligera, e incluso la arena que corre por ella es buena. ¡Bebe de ella cuando desees!”

¿Acaso hay alguien que esté dispuesto a dejar de lado el testimonio de todas esas personas, para seguir la lógica de aquel “sabio doctor”? ¡Una persona con juicio jamás le haría caso!

Este ejemplo explica la idea que mencionamos antes, de que la veracidad de un asunto queda revelada a través del hecho de que muchas personas dan testimonio de ello, y son muchas más que aquellos que quieren “probar” o “demostrar” ese asunto mediante la investigación y el análisis científico. Además, como la persona está lejos de la perfección, su inteligencia jamás podrá llegar al fondo del asunto.

Por eso, nosotros tenemos el camino claramente marcado: Debemos hacer todo lo que nos ordena la Torá, que fue recibida directamente del Amo de la Sabiduría y transmitida a través de testigos confiables: ¡nuestros antepasados! En ella están incluidos los más preciados conocimientos y la más célebre sabiduría.

Una mitad es para HaShem y la otra para ustedes

Al referirse a las festividades, encontramos en la Torá dos versículos que aparentemente se contradicen. Uno dice: “Asamblea (día de reunión) será para ustedes” (Bamidbar 29:35). El otro dice: “Asamblea (día de reunión) será para HaShem, tu Dios” (Devarim 16:8). La pregunta es: ¿debemos consagrar los días de asamblea, descanso y reunión para nosotros o para HaShem?

El Talmud resuelve esta aparente contradicción y explica cómo debe ser nuestra conducta en los días de Yom Tov: debemos dedicar la mitad del día “para HaShem”, y la otra mitad, “para nosotros” (Pesajim 68b).

Y así resumió el Shulján Aruj 529:1 también: “La mitzvá en Yom Tov es dividir el día: la mitad, para el Bet Hamidrash (el rezo y el estudio de Torá), y la otra mitad, para comer y beber”.

En relación con esta ley, hay una interesante historia que ocurrió con el Maestro jasídico Rabí Jaím Halbershtam z”l, el Rebe de Tzanz, el autor de la obra Dibré Jaím:

Se cuenta que un año el Rebe terminó la oración de Shavuot a las dos de la tarde, y al salir de la sinagoga les dijo a sus discípulos:

¡Ya cumplimos la mitad que es “para nosotros”! Porque… ¿acaso hay mayor satisfacción que la de orar a HaShem, recitar el poema “Akdamut” y leer la Torá?

¡Ahora vayamos a cumplir la mitad “para HaShem”! ¡Vayamos a comer y beber la seudá de Yom Tov con pureza y santidad!

Sobre dos temas debemos reflexionar en Shavuot

El primero y más básico es: la fe en Dios. Que el Todopoderoso creó el cielo y la tierra; que Él es único y no existe otra unicidad como la Suya; que Él estuvo desde siempre, está ahora y estará eternamente; y que Él creó todos las creaciones.

El segundo tema es que Dios, bendito sea, espera de nosotros un comportamiento singular y especial. Creemos con fe plena que el Todopoderoso se reveló a Moshé nuestro profeta y a nuestros padres cuando nos sacó de la esclavitud egipcia, y nos enseñó Su voluntad. No fue una revelación personal, sino un evento sublime y celestial frente a millones de personas; hombres, mujeres y niños escucharon los Diez Mandamientos, los cuales se convirtieron en la base de la civilización occidental y la sociedad moderna.

Moshé, nuestro Maestro, entregó al pueblo de Israel las leyes que recibió del Todopoderoso, y las escribió palabra por palabra en la Torá, el Pentateuco. Junto con la Torá escrita, Moshé recibió la Torá oral, que después fue recopilada en la Mishná y el Talmud, y codificada en el Shulján Aruj.

Estos son dos temas básicos. Y son el punto de partida de la existencia de nuestro pueblo.

Si entraremos en el mundo de la Torá, en la vivencia diaria y en el espíritu de la ley, nos realizaremos.

Un regalo Divino

“Moshé se adentró en la nube y subió a la montaña; y permaneció Moshé en la montaña cuarenta días y cuarenta noches” (Shemot 24:18). Dicen los Sabios: Los cuarenta días que Moshé estuvo en el monte Sinai, él estudiaba la Torá, pero la olvidaba. Dijo: “¡Señor del Universo, ya llevo cuarenta días y no sé nada!” ¿Qué hizo el Santo, bendito sea? Después de cuarenta días le dio la Torá como regalo (Shemot Rabá, capítulo 41).

Dijo Rabí Abahu: Durante cuarenta días Moshé estudió los detalles de la Torá, pero los olvidó tan pronto como los había estudiado. En el cuadragésimo día, se le dio la Torá como regalo y no tuvo ya dificultad alguna para recordarla. De modo semejante, un estudiante aplicado no debe desesperar si olvida lo que ha estudiado. Debe seguir estudiando y repasando, y oportunamente verá como todo quedará bien registrado en su mente (Talmud Yerushalmi, Tratado de Horayot, capítulo 3).