Para no enojarse
Los jasidim cuentan que una vez el Admor Rabí Itzjak de Vorka zt”l se compró un abrigo especial. Lo llamaba: “el abrigo del enojo”.
Cuando sentía que estaba comenzando a perder la paciencia, pudiendo llegar a enojarse con alguien, el Rebe vestía rápidamente su “abrigo del enojo”, y así la furia desaparecía…
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(Nosotros no sabemos exactamente cuál fue la verdadera razón y la profunda lógica del santo Rebe zt”l al tomar esa conducta. ¡Además, sin duda, él refinó muchísimo todas sus cualidades personales!
Sin embargo, tal vez es posible explicar que una actitud así –o similares– ayudan a crear un sistema de autodefensa en contra de los ataques del instinto del mal, que siempre quiere hacer caer a la persona en el pecado del enojo.
Al decidir “No me enojaré antes de vestir cierto abrigo” –o antes de realizar cualquier otra acción– la persona se pone un freno. Detiene el curso normal de ese sentimiento tan negativo y destructivo, que muchas veces tiene un sistema de “autoencendido”.)