Un comerciante muy importante se presentó ante el Rabino de Kalish, Rabí Jaím Elazar Vaks z”l. Con los ojos llorosos le hizo un pedido muy especial.

Exclamó: “¡Querido Rabí! Usted sabe que en la comunidad soy conocido como un hombre rico, propietario de muchos bienes. Pero en los últimos tiempos los negocios me fueron muy mal, y ahora llegué a la bancarrota… Si me permitiera sólo por esta vez hacer un pequeño desfalco… –claro está, en forma sutil e inteligente– podría salvar mi situación… ¡y tal vez incrementaría mis bienes!

Muy severamente el Rabí le contestó:

“Lee por favor lo que dice la Torá en la Parashá de Ki Tisá, sobre las Tablas que Moshé trajo al pueblo de Israel: ‘…y las dos Tablas del Testimonio estaban en su mano; eran Tablas escritas de ambos lados; de un lado y de otro estaban escritas’ (Shemot 32:15). El versículo nos enseña que aún si das vuelta una y otra vez las Tablas de la Ley, siempre tendrás ante tus ojos el imperativo Divino de ‘No robarás’!”