Todos dependemos del Creador
El tzadik Rabí Mordejai Perlov de Lejovitz zt”l fue el discípulo predilecto de Rabí Shlomo de Karlín zt”l.
Él vivía en una gran pobreza. Su familia lloraba por la situación extrema. Pero el Rabí, que era un hombre de gran fe, trataba de olvidar las penurias. Él continuaba estudiando la Torá la Casa de estudio, y oraba a HaShem con alegría y regocijo.
Una vez entró a su casa su cuñado y le dijo con un tono severo:
“Tú tal vez te nutres del resplandor de la Divinidad. Pero tu familia… ¿no tiene hambre? ¡¿Ellos están hambrientos, y tú cantas y te alegras?!”
Le contestó el Rabí, humildemente:
En el Tratado de Julín 84b, nuestros Sabios dijeron que el hombre siempre debe alimentarse con menos de lo que tiene (como si su situación económica fuera peor de lo que es), y vestirse según lo que tiene (para no pasar vergüenza), y honrar a su esposa y a sus hijos con más de lo que tiene (como si su situación económica fuera mejor de lo que es). Y el Talmud explica la razón: “Pues la esposa y los hijos dependen del padre, mas él depende de Aquel que habló y creó el mundo”.
Mi querida familia “llora por su suerte”. ¿Sabes por qué? Porque me piden comida a mí; a mí, que soy un simple hombre de carne y hueso. Pero yo le pido al Todopoderoso, me dirijo a Aquel que alimenta a todo el mundo con Su infinita bondad. ¡Esa es la razón de mis cantos y alabanzas!
Todo el tiempo que estoy apegado a HaShem, hay una probabilidad de que mi familia tenga para comer. Pero si yo también me alejo de HaShem, y ellos siguen dependiendo de mí, ¡pobre de ellos! ¡¿De quién dependen?!