El Shabat Pará
En el orden de las “Cuatro parashiot” especiales que nuestros Sabios establecieron leer una vez al año en esta época, en adición a la Parashá semanal normal, la tercera sección especial se llama Parashat Pará, y el Shabat en el cual es leída se llama Shabat Pará.
La Parashat Pará debe leerse siempre el Shabat anterior al Shabat en que se lee la cuarta sección especial: Parashat Hajódesh. Por eso, en algunos años la Parashat Pará se lee en el Shabat siguiente a la fiesta de Purim, y en otros años se lee con un Shabat de separación.
En el Shabat Pará se sacan del Arca Sagrada dos Rollos de la Torá. Primero se llama a siete personas para leer la parashá normal de la semana. Luego, el Maftir lee en el segundo Rollo la sección especial correspondiente, tomada del libro de Bamidvar capítulo 19, versículos 1 al 22.
Allí la Torá habla sobre el “agua de purificación” que se preparaba con las cenizas de la pará adumá, “la vaca roja” o bermeja, uno de los temas más enigmáticos de nuestra Torá.
Los Sabios establecieron leer esta sección especial para recordarnos que debemos comenzar a prepararnos y purificarnos espiritual y físicamente para la gran festividad que celebraremos en el mes de Nisán que se acerca: la fiesta de Pésaj.
Hay quienes opinan que leer o escuchar la Parashat Pará es una obligación de la Torá, y tanto el oficiante como la congregación deben tener ese pensamiento e intención (kavaná) durante la lectura.
No se debe llamar a un niño menor de trece años para leer el Maftir en la Parashat Pará.
La Haftará que se lee en Shabat Pará está tomada del libro del profeta Yejezkel, capítulo 36, versículos 16-38, y también se relaciona con el tema de la pureza (y reemplaza a la Haftará normal de la Parashá semanal).
HAFTARÁ DE SHABAT PARÁ
Los días entre Purim y Pésaj
Estos días, entre las fiestas de Purim y Pésaj, son días de limpieza espiritual.
Rabí Abraham Azulay z”l, el abuelo del Jidá z”l (Rabí Yosef David Azulay), escribió en su obra Jésed LeAbraham que en cada una de las treinta noches entre Purim y Pésaj, Dios bendito nos limpia una parte de las angustias y las estrecheces, de las penas y los malestares que nos agobian.
En cada una de estas noches debemos pedir a HaShem: “¡Señor del mundo, saca de mí otra de las treinta partes de enfermedad, tristeza y soledad!”
Estos días son para HaShem, bendito sea, días de limpieza. ¡Él nos limpia!
Pero…, ¿la limpieza es sólo espiritual?
En su libro Mesilat Yesharim, “La senda de los justos”, Rabí Moshé Jaím Luzzatto z”l escribió que los Sabios son llamados: nekyié hadáat, “los de intelecto limpio”.
Debemos comprender que así como limpiamos nuestros hogares para la festividad de Pésaj, también debemos limpiar nuestra alma y revisar si nuestra relación con el prójimo es “limpia” en todo sentido.
En Purim hemos recibido un refuerzo de fe, la oportunidad de ir por un cambio.
¡Completémoslo con una buena “limpieza” para la fiesta Pésaj, que ya está en la puerta!