El día de recuerdo del Holocausto
El 27 de Nisán se conmemora el Yom Hazikarón Lashoá Velagburá, el “Día de recuerdo del Holocausto y la valentía”.
Llamado también, en forma concisa, Yom Hashoá (“El día del holocausto”), en esta fecha recordamos a todos nuestros hermanos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial, así como también la valentía que mostraron los judíos durante el Levantamiento del Gueto de Varsovia.
El 19 de abril de 1943
Un puñado de jóvenes sin preparación militar, comandados por un joven de 24 años llamado Mordejai Anilevitch, pusieron en jaque durante varias semanas al superarmado ejército nazi, que unos años antes había tomado Polonia en pocos días. Su lema era: “Decenas de miles perecerán, pero miles lograrán pasar”.
La revuelta comenzó el 19 de abril del año 1943. Ese día era el 14 de Nisán, la víspera de la fiesta de Pésaj. Pero el Estado de Israel consideró que no era apropiado fijar una fecha conmemorativa en la víspera de Pésaj.
Finalmente, en el año 1951 se fijó recordar el valiente levantamiento del Gueto de Varsovia todos los años el día 27 de Nisán (seis días después de la fiesta de Pésaj y una semana antes del Yom hazikarón lejalalé maarajot Israel, “El día de recuerdo a los caídos en las guerras de Israel”).
Cuando el 27 de Nisán cae en viernes, el Yom Hazikarón Lashoá Velagburá se adelanta para el 26 de Nisán, para que en los actos de conmemoración no se llegue a profanar la santidad del Shabat. Si cae en domingo se pasa al lunes 28 de Nisán.
Algunos pensamientos sobre el Holocausto
Hoy, 27 de Nisán, es el día en que recordamos a los seis millones de judíos –entre ellos un millón y medio de niños– que fueron asesinados, ahorcados, asfixiados y masacrados por la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
En sólo tres años los nazis decidieron aniquilar totalmente a un pueblo desarmado e indefenso. Todos debían ser exterminados: judíos asimilados, conversos, niños recién nacidos, abuelos en el final de sus días.
El Holocausto no se parece a ningún otro sufrimiento en el mundo. La crueldad dirigida contra los judíos en su transcurso nunca ha sido igualada. Auschwitz es el símbolo del horror y la perversidad del satanismo desatado sin parangón.
Y así lo atestigua el texto del informe oficial presentado ante el Tribunal Internacional que juzgó a los criminales de guerra nazis en la ciudad de Núremberg entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946. Los asesinatos y malos tratos fueron efectuados por diversos medios que inducían el fusilamiento, la horca, la asfixia por gases, la inanición, el hacinamiento en masa, la destrucción sistemática, la imposición calculada de trabajos que superaban las fuerzas de quienes recibían ordenes de realizarlos, la insuficiente provisión de servicios quirúrgicos y médicos, los puntapiés, el apaleamiento, las brutalidades y las torturas de toda clase.
Auschwitz demostró la potencial carencia de fundamentos del hombre. Hasta Auschwitz, el hombre estaba confiado en que podía diagramar el curso de la vida sin una intervención sobrenatural, sin códigos Divinos revelados. Pese a todo, estaba seguro de que podía crear una sociedad viable y moral. Pero luego de Auschwitz el hombre debe atisbar fuera de sí en búsqueda de valores de moralidad. Ahora que el ser humano se ha percatado de sus límites, quedó demostrado que el “relativismo moral”, consecuencia del debilitamiento de la generación, era un fraude absoluto, inútil para brindar una guía firme.
Lo que debemos preguntarnos es si hoy existe en definitiva una moralidad.
No cerremos nuestros ojos, miremos a los lados y más allá.
Y protestemos también contra los brotes de nazismo en América Latina y en Europa.
Lo que pasó en Auschwitz no volverá a pasar, con la ayuda de HaShem.
Las 93 jóvenes santas del gueto de Cracovia
El 13 de Av del año 5702 (27 de julio de 1942) fueron raptadas 93 jóvenes instructoras, maestras y alumnas del Seminario religioso Bet Yaakov en el gueto de Cracovia, y conducidas a los prostíbulos del ejército nazi. Pero esas santas almas decidieron morir santificando el Nombre de HaShem para no impurificarse a manos de los nazis.
Después de escuchar las palabras de la directora del instituto, todas al unísono recitaron la bendición: ¡Baruj Atá… asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu al kidush HaShem! (“¡Bendito eres Tú… que nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó santificar Su Nombre!”), y bebieron un veneno mortal.
Cuando los nazis se percataron de que algo sucedía, ya todas estaban en el suelo muertas.
“Ayer nos sacaron de una habitación oscura y nos ordenaron que nos laváramos. Se llevaron todas nuestras ropas, dejándonos sólo con un camisón sobre nuestros cuerpos. Dijeron que hoy vendrían soldados a visitarnos… Juramos morir todas juntas. Los alemanes no saben que el baño que nos dieron fue nuestra tevilá (inmersión ritual) antes de nuestra muerte. Todas preparamos el veneno, y recitamos durante todo el día el Vidui (la confesión de pecados). No tenemos miedo. Sólo pedimos una cosa: digan el Kadish por 93 hijas de Israel”.
(Fragmento de una carta que escribió Jaya Feldman, instructora del Seminario, antes de su muerte)