La fiesta de Tu Bishvat
¿Sabía usted?
- El día 15 de Shevat es conocido popularmente como “El año nuevo de los árboles”, y es un día de alegría.
- En hebreo se lo llama Tu Bishvat –ט”ו בשבט– pues el valor numérico de la letra tet es 9, y el de la letra vav es 6, y juntas suman 15.
- Esta fecha es de importancia para el cumplimiento de varios preceptos relacionados con los árboles y los frutos.
- En Tu Bishvat acostumbramos realizar un “Séder” en el cual agradecemos a Dios por toda la bendición que nos prodiga.
- “El hombre se asemeja a un árbol”, y debemos aprender de los árboles cómo vivir una vida plena: con raíces, ramas, flores y frutos.
El 15 de Shevat
El día 15 de Shevat es mencionado en la Mishná como Rosh Hashaná lailán, “El comienzo del año para el árbol” (Tratado de Rosh Hashaná 1:1). Hoy en día llamamos a esta fecha Rosh Hashaná lailanot, “El año nuevo de los árboles”; o, simplemente, Tu Bishvat –ט”ו בשבט– pues el valor numérico de la letra tet es 9, y el de la letra vav es 6, y juntas suman 15.
¿Para qué se necesita determinar cuándo comienza el año de los árboles? Para saber cómo cumplir el precepto de Orlá, la prohibición de comer los frutos del árbol en los tres primeros años de éste. (Cabe aclarar que el precepto de Orlá se debe cumplir tanto de la Tierra de Israel como en la diáspora.)
Determinar cuándo comienza el año de los árboles también nos sirve para saber cómo cumplir varias mitzvot más. Entre otras: las mitzvot relacionadas con las Terumot umaaserot, la separación de “las Ofrendas y los Diezmos” de la producción del campo en la Tierra de Israel.
Paralelamente a la importancia halájica del esta fecha, los Sabios acentuaron la alegría relacionada con este día.
Por eso, en su obra Bet Yosef, Rabí Yosef Caro z”l escribió que en Tu Bishvat se acostumbra omitir la recitación del Tajanún (los versículos de súplica por los pecados), así como en la víspera de Shabat o en ocasiones de alegría.
El hombre y los frutos
Los Sabios kabalistas establecieron realizar en este día una ceremonia especial llamada “el Séder de Tu Bishvat” (véase más adelante, en las halajot).
Este Séder invita a disfrutar de los frutos de los árboles –en particular, de aquellas especies relacionadas esencialmente con la Tierra de Israel– y a estudiar las ideas filosóficas, morales y kabalísticas asociadas al día.
Los Kabalistas explicaron que los alimentos y las bendiciones que recitamos al comerlos, así como el estudio especial que se realiza en este día, tienen un poder único para obrar un Tikún (una reparación) del pecado de Adam Harishón, el primer hombre, que comió del Etz hadaat, “el Árbol del conocimiento”. Esto a la vez tiene una influencia muy beneficiosa para que el año entrante sea para los árboles un año de bendición, y así el mundo entero disfrutará de esa abundancia.
La Torá compara al hombre con un etz hasadé, “un árbol del campo”. Eso significa que el hombre tiene una parte en la alegría de los árboles, y por su intermedio amerita la reparación de sus faltas.
Los Kabalistas explican que toda flor, fruto y árbol tienen un ángel guardián, que es un ministro del Reino Celestial. Pero estos solamente reciben la “Abundancia Superior” (el Shefa Elión) de la Fuente de la Bendición a través del pueblo de Israel: cuando los judíos toman en sus manos los frutos y antes de comerlos recitan una bendición con devoción, alegría y buen corazón.
La Guemará relata que Rabí Elazar solía ahorrar dinero para comprar por lo menos una vez al año la mayor cantidad de especies frutales. Así podía recitar una bendición por esos frutos, y a través de ellos alabar los actos y la bondad del Creador.
Y de esto también podemos aprender lo opuesto: ¡cuán grave es comer una fruta sin recitar por ella la bendición adecuada! Al omitir la bendición, la persona se considera como un ladrón, pues evita que la abundancia Divina llegue a los ángeles responsables de las frutas, lo cual a su vez impide que la Abundancia Superior descienda al mundo terrenal.
Algunos puntos sobre el hombre y los frutos
Dios le había dado permiso a Adam para comer de todos los árboles frutales que había en el Gan Eden, el Paraíso. Pero le prohibió comer del “Árbol del conocimiento del bien y del mal”. Para el primer hombre esto representó ejercitar el concepto del libre albedrío: la facultad de decidir y elegir entre el bien y el mal.
En la Parashat Shofetim, la Torá prohíbe destruir todo árbol frutal, incluso en tiempos de guerra: “Cuando sities alguna ciudad por muchos días, al pelear contra ella para conquistarla, no destruirás sus árboles levantando contra ellos el hacha” (Devarim 20:19). Por eso, “aquellos que destruyen árboles frutales son considerados criminales, y no verán bendición en sus labores” (Toseftá, Sucá, 29).
Los Sabios talmúdicos establecieron una bendición especial para realzar la belleza de los árboles. “Aquel que sale afuera en los días de Nisán (la primavera) y ve árboles en flor, debe decir: ‘Bendito eres… que no hizo faltar nada en el mundo, y creó en él árboles buenos para que se beneficien con ellos los seres humanos…’” (Tratado de Berajot 43b).
El árbol es considerado el rey de todas las plantas, de todo el reino vegetal. En este sentido encontramos en el Tanaj (la Biblia) una interesante parábola. En la época de los Shofetim (los Jueces), los habitantes de la ciudad de Shejem coronaron a Abimélej ben Guidón como Rey sobre ellos. Entonces Yotam profirió la siguiente alegoría sobre el monte Guerizim:
“Los árboles quisieron ungir un rey sobre ellos, y dijeron al olivo: ‘¡Reina sobre nosotros!’ Mas el olivo les contestó: ‘¿Acaso habré de dejar mi grosura, con la cual se honran Dios y los hombres, para ir a mecerme entre otros árboles?’ Entonces los árboles dijeron a la higuera: ‘¡Ven tú, y reina sobre nosotros!’ Mas la higuera les respondió: ‘¿Acaso habré de dejar mi dulzura y mi buen producto para ir a mecerme entre otros árboles?’ Entonces los árboles le dijeron a la vid: ‘¡Ven tú, y reina sobre nosotros!’ Mas la vid les respondió: ‘¿Acaso habré de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a mecerme entre otros árboles?’ Por último, todos los árboles le dijeron al espino: ‘¡Ven tú, y reina sobre nosotros!’ Mas el espino les respondió a los otros árboles: ‘Si de buena fe me ungirán como rey sobre ustedes, vengan y refúgiense bajo mi sombra; y si no, ¡que salga del espino un fuego que consuma los cedros del Líbano!’”
(Shofetim 9:8-15; véase en los comentaristas allí cuál es la precisa la intención de esta parábola.)
El Talmud cuenta que Rab Najman se despidió de Rab Itzjak y le pidió que lo bendijera. Rab Itzjak le respondió con un ejemplo:
“Un hombre caminaba por el desierto, hambriento, cansado y sediento. En su camino encontró un oasis. En él había un árbol que proporcionaba frutos dulces y una sombra agradable, y junto al árbol había un curso de agua. Él comió de los frutos, bebió de ese agua y descansó a la sombra del árbol. Antes de marcharse de allí, dijo: ‘¡Árbol, árbol! ¿Qué bendición puedo darte? Si te digo: ‘Que tus frutos sean dulces’, ¡ya lo son! Si te digo: ‘Que tu sombra sea agradable’, ¡ya lo es! Si te digo: ‘Que tengas un curso de agua a tus pies’, ¡ya lo tienes! Por eso digo: ‘¡Sea Su voluntad, que todos los árboles que sean plantados a partir de ti sean como tú!’”
Continuó Rab Itzjak: “Lo mismo digo de ti: ¿Con qué te puedo bendecir? ¿Con Torá? ¡Ya tienes Torá! ¿Con riqueza? ¡Ya tienes riqueza! ¿Con hijos? ¡Ya tienes hijos! Por eso digo: ‘¡Sea Su voluntad, que todos tus descendientes sean como tú!’” (Tratado de Taanit 5b y Rashí allí).
Podemos decir que esta bendición de Rab Itzjak a Rab Najman no es sólo una metáfora, sino una expresión y una enseñanza para nosotros también. Pues la Torá enseñó que el hombre se asemeja al árbol, y así como un árbol tiene raíces, y sin ellas no podría crecer y desarrollarse, lo mismo ocurre con cada uno de nosotros. ¡Debemos buscar nuestras raíces, para crecer y desarrollarnos a partir de ellas!
Asimismo, tenemos el deber de educar a nuestros hijos para que no olviden sus raíces judías. Gracias a ellas nos hemos constituido como pueblo, a través de ellas es que bebimos con amor la savia de nuestras fuentes espirituales.
¡Sólo nuestras raíces nos proporcionan la vida!
El hombre puede propagar la bendición Divina
Los Sabios dijeron: “Aquel que al comer bendice al Creador con alegría, amerita insuflar en otros la bendición y la salvación”.
Además, con respecto a las especies vegetales el Talmud Yerushalmi dice: “En el futuro la persona será llevada a juicio por todo lo que sus ojos vieron, y no comió de ello” (Tratado de Kidushín 4:12).
Entendemos que estas palabras no obligan al hombre a comer todo el tiempo. En cambio, aluden a lo que recién fue explicado: en el hombre está la fuerza y el poder para propagar la bendición Divina en todos los Mundos espirituales.
Leyes y costumbres de Tu Bishvat
¿Cuáles son las leyes del 15 de Shevat? ¿Hay algunas costumbres especiales para celebrar el Séder de Tu Bishvat?
Respuesta
- El décimo quinto día del mes de Shevat es “el año nuevo de los árboles”. En este día no se recita el Tajanún, la súplica para el perdón por los pecados.
- En Tu Bishvat se acostumbró comer frutas variadas, preferiblemente las que crecieron en Éretz Israel. Los Sabios kabalistas instituyeron este día como “el día de las frutas”, para simbolizar nuestra participación en la alegría de los árboles. El primero en mencionar la costumbre de comer frutos del árbol el 15 de Shevat fue el autor de la obra Tikún Yisajar, que vivió en la ciudad de Tzefat en la época del Arí z”l (siglo XVI).
- No hay un orden obligatorio para comer las especies frutales en Tu Bishvat, y tampoco hay especies específicas que es obligación comer. No obstante, según la halajá es correcto dar preferencia a las siete especies mediante las cuales la Tierra de Israel es alabada. Estas son mencionadas en el versículo: “Es una Tierra de trigo y cebada, de uvas, higos y granadas; es una Tierra de olivos y dátiles” (Devarim 8:8). Estas especies tienen preferencia aun si crecieron fuera de la Tierra de Israel.
- Hay quienes también acostumbran beber vino.
- Asimismo, es correcto tratar de conseguir una fruta nueva que aún no hayamos comido en la presente estación anual, para poder recitar la bendición de Shehejeyanu.
- Independientemente, varios Sabios kabalistas establecieron un “Séder de Tu Bishvat”, un orden determinado para comer ciertas especies específicas. El Séder del 15 de Shevat también incluye un estudio y plegarias determinadas para leer y recitar.
- En el libro Jemdat Yamim figura una “Ceremonia de los frutos”. Más tarde se publicó un libro especial para el Séder de Tu Bishvat llamado Perí Etz Hadar, que trae para estudiar diversas citas del Tanaj, el Talmud y el Zóhar relacionadas con los árboles y con veinte clases de frutos y vegetales. Además, hay quienes mencionaron treinta clases frutales (véase más adelante).
- En la Tierra de Israel hay quienes salen en este día a los campos y los bosques para plantar nuevos árboles (a menos que ese año sea shenat hashemitá, “el año sabático”, en el cual está prohibido hacerlo, pues la Tierra Sagrada debe descansar).
- Cuando Tu Bishvat cae en Shabat, lo mejor es realizar primero el Kidush y la cena de Shabat. Después de recitar el Bircat Hamazón se trae a la mesa los frutos del árbol, de la tierra y el vino, y se recitan por ellos las bendiciones adecuadas. De esta forma se sale de toda duda con respecto al recitado de las bendiciones. (Conviene recordar que para recitar la bendición final por el vino es necesario beber de una sola vez la cantidad de 1 reviít, 81-86 cc.)
Las treinta clases de frutas
Rabí Jaím Vital z”l, el famoso discípulo del gran Kabalista llamado “el Arí” z”l, explica que hay treinta clases de frutas que se corresponden con ese mismo número de Mundos Espirituales Superiores. Y al comer las frutas en el mundo terrenal, el hombre puede obrar una “reparación” (tikún) en la “Raíz Celestial”, en dichas Esferas Superiores.
Las diez primeras especies frutales se relacionan con el Olam Haberiá (“el Mundo de la Creación”), que se encuentra en un nivel inferior al Olam hahatzilut (“el Mundo de la Nobleza”). Esas especies “están alejadas de la impureza y no tienen nada duro ni por dentro ni por fuera”. Esto quiere decir que ni la cáscara o la piel, ni el carozo o el hueso son demasiado duros, por lo que se pueden comer en forma completa.
Estas especies son: (1) las uvas, (2) los higos, (3) las manzanas, (4) las cidras (etroguim), (5) las peras, (6) los membrillos, (7) las fresas (frutillas), (8) las algarrobas, (9) los limones “dulces”, (10) los arándanos (y hay quienes dicen: los afarsemonim [pérsimos, caquis]).
Las segundas diez especies frutales se relacionan con el Olam Hayetzirá (“el Mundo de la Formación”), que se encuentra en un nivel inferior al Olam Haberiá (“el Mundo de la Creación”). Por esa razón, aunque no tienen una cáscara dura, sí tienen dentro un carozo o hueso muy duro, que no se puede comer.
Estas especies son: (1) las aceitunas, (2) los dátiles, (3) las cerezas, (4) los damascos (albaricoques), (5) las ciruelas, (6) los duraznos, (7) las guindas, (8) los nísperos, (9) los melocotones, (10) las acerolas.
Las diez últimas especies frutales se relacionan con el Olam Haasiá (“el Mundo de la Realización”), que entre todos los Mundos Espirituales es el que se encuentra en el nivel más inferior. Es el Mundo de la Verdad envuelto en “la cáscara de la mentira”. Por esa razón no se puede comer la cáscara de esos frutos, sino sólo su contenido, su pulpa.
Estas especies son: (1) las granadas, (2) las nueces, (3) las almendras, (4) las castañas, (5) los maníes, (6) los pistachos (alfónsigos), (7) las piñas (ananás), (8) las bananas, (9) las avellanas, (10) las nueces de pecán.
Haciendo el Séder en la casa
Así como otros tiempos especiales del calendario judío, Tu Bishvat ofrece una oportunidad única para incrementar nuestro entendimiento sobre la vida y para desarrollar un crecimiento personal.
Durante siglos, los Sabios kabalistas han utilizado el árbol como una metáfora para entender la conexión entre el mundo espiritual y el físico.
En su obra El Camino de Dios, Rabí Moshé Jaím Luzzatto z”l enseña que los Mundos espirituales más elevados son “Raíces” cuya influencia se manifiesta en los mundos inferiores, así como las raíces del árbol envían a través del tronco los nutrientes que necesitan las ramas, las hojas y los frutos.
Debemos aprovechar el “Séder de Tu Bishvat” para disfrutar de los frutos mientras dialogamos sobre las ideas y los conceptos asociados a la fecha. Este Séder es excelente para aprender a apreciar el tesoro de bendición Divina que tan a menudo damos por sentado, y para desarrollar una visión buena y generosa sobre el mundo que nos rodea.
El Séder que presentamos aquí está basado principalmente en la obra Jemdat Yamim y en el libro Perí Etz Hadar.
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Los preparativos
Para disfrutar esta experiencia en tu hogar, trata de conseguir todas las especies mencionadas a continuación. Si no puedes conseguir todas, no te preocupes, pues el orden y el contenido del Séder es sólo una costumbre. Hay mucho lugar para la flexibilidad y la creatividad.
Lo mejor es conseguir muchas clases de frutos del árbol y de la tierra, a saber:
a. Las siete especies mediante las cuales la Tierra de Israel es alabada (en Devarim 8:8): trigo (en forma de pan, torta o cereal), cebada (en forma de pan, torta o cereal), uvas (o pasas de uva), higos, granadas, aceitunas y dátiles.
b. Frutos con piel y semillas comestibles (por ejemplo, arándanos).
c. Frutas con semilla, carozo o hueso no comestible (duraznos, cerezas, etc.).
d. Frutos con cáscara dura (nueces, almendras, pistachos, cocos, etc.) o con piel no comestible (naranjas, pomelos, palta, etc.).
e. Vino o jugo de uva, tinto y blanco.
También es correcto traer una alcancía para poner tzedaká, caridad.
Es muy importante revisar detenidamente los frutos que puedan tener tolaím, insectos. Los insectos son frecuentes particularmente en los higos, los dátiles y los damascos secos. Para revisarlos, antes de comer de debe cortar la fruta por la mitad y obsérvala con cuidado a la luz.
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El comienzo del Séder
El que dirige el Séder pregunta:
¿Por qué en Tu Bishvat celebramos el “Año nuevo de los árboles frutales”?
Todos responden:
El Templo Sagrado fue destruido, y el pueblo judío ya no puede llevar a Jerusalem los bikurim, las primicias de los frutos. En lugar de esto, en Tu Bishvat ofrecemos el fruto de nuestros labios y alabamos a Dios por todos los árboles frutales del mundo.
Un participante dice:
Tu Bishvat marca un nuevo período para la separación de los Diezmos, y uno de los diezmos era entregado a los pobres. Entonces, cuando alguien tiene el privilegio de comer ante la Presencia de Dios, debe mostrar su aprecio dando caridad a los pobres y sustentándolos, así como Dios lo alimenta a él mismo con Su gran generosidad (Zóhar, parashat Terumá).
Es apropiado pasar un “pushke” (alcancía) entre los presentes, para recolectar tzedaká. Después del Séder el dinero es donado para una buena causa.
Un participante dice:
La Mishná en el Tratado de Rosh Hashaná dice que Tu Bishvat es el “Año nuevo para el árbol” (en singular). Esta referencia alude al “Árbol del conocimiento del bien y el mal” en el Jardín del Edén.
“Dijo Dios: Que la tierra haga crecer césped, plantas con semillas que producen nuevas plantas, y árboles frutales que producen frutos según su especie” (Bereshit 1:11). En el texto bíblico literalmente dice: “árbol frutal”, en singular, y se refiere al Árbol del conocimiento del bien y el mal, que produce flores y frutos. Las palabras “que produce fruto” (literalmente en singular) se refieren al Tzadik que es el pilar del mundo. Y “según su especie” se refiere a todos los seres humanos que tienen inspiración Divina, que son las flores de ese árbol. En ellos se refleja el Pacto de santidad, el Pacto de paz. Y los fieles entran en él y no salen de él. El Tzadik produce frutos, y aquel árbol genera y produce frutos según su especie (Zóhar, Bereshit 33a).
Para meditar
En Tu Bishvat deberíamos reflexionar durante horas sobre un mundo lleno de frutos.
“Deberíamos pretender comer de la Mesa Celestial, ante Dios, en el Jardín del Edén, ante la Presencia Divina” (Reshit Jojmá, Sháar Hakedushá).
Por lo menos dediquemos unos momentos y pensemos profundamente que estamos en compañía de Dios, sentados a Su Mesa, viviendo el sublime placer espiritual que sólo el mismísimo Creador nos puede brindar.