Hoshaná Rabá
El séptimo día de Sucot recibe el nombre de Hoshaná Rabá. Este día es el último de la fiesta de Sucot, y es considerado Jol Hamoed.
Aunque en los días de Sucot no pedimos lluvias, mediante la recitación de las plegarias llamadas Hoshanot en los rezos matutinos aludimos a la necesidad de tener buenas lluvias en el año que acaba de comenzar. También las Cuatro especies aluden a la necesidad de lluvia.
Este día se denomina Hoshaná Rabá, “la Gran Hoshaná”, porque la Hoshaná que recitamos en él es más larga que en los demás días de Sucot.
El día siguiente a Hoshaná Rabá celebramos la fiesta de Sheminí Atzéret – Simjat Torá, en la cual sí recordamos expresamente el tema de las lluvias y oramos por ellas.
En Simjat Torá finalizamos la lectura de toda la Torá al leer la Parashat Vezot Haberajá, y también comenzamos nuevamente el libro de Bereshit, el primero del Pentateuco.
Hoshaná Rabá, "la gran salvación"
Literalmente, el nombre Hoshaná Rabá significa “la gran salvación”.
En la fiesta de Sucot todo el mundo es juzgado con respecto al agua, es decir, Dios decide la cantidad de lluvia que caerá en dicho año. Y en el día de Hoshaná Rabá firma y sella la sentencia.
Todo ser viviente depende del agua, que es el elemento más vital. Por eso, en cierto sentido, el día de Hoshaná Rabá es similar al de Yom Kipur, en el que se sella en forma particular el veredicto de cada individuo para el año entrante. Y por tal motivo las plegarias de Hoshaná Rabá son más largas que lo normal, y en ellas se incrementan las súplicas especiales por el agua.
(Desde el comienzo de la fiesta de Sucot no hemos pedido lluvia, puesto que las lluvias no son una señal de bendición durante la festividad. Si lloviera en Sucot, no podríamos cumplir el precepto de habitar en la sucá. Pero en Hoshaná Rabá, el último día de la fiesta de Sucot, comenzamos a pedir por el agua, y más aún lo hacemos al día siguiente, en la fiesta de Sheminí Atzéret, cuando oramos por la lluvia en forma expresa.)
Además, los Sabios de la Kabalá explican que el decreto Divino respecto de cada persona, sellado en Yom Kipur, es entregado a los ángeles Celestiales en el día de Hoshaná Rabá para su posterior ejecución. Por eso, en la noche anterior a Hoshaná Rabá se acostumbra realizar un estudio especial llamado Tikún.
Los hombres permanecen despiertos toda la noche para leer una selección de pasajes de la Biblia, el Talmud y el libro del Zóhar. En esta noche se lee el libro de Devarim y el libro de Tehilim.
¿Y qué ocurre entonces?
Los ángeles Celestiales que recibieron los decretos ven que los yehudim están dedicados al estudio de la Torá y a la oración, y si el decreto Divino no fue muy favorable para cierta persona, piensan que se trata de alguien diferente. Entonces regresan al Altísimo para informar que ese yehudí está dedicado al estudio de la Torá y a la oración, y HaShem rompe el veredicto no favorable y le determina al yehudí el bien y la vida.
Y de ahí proviene el tradicional saludo de este día: ¡Pitká tabá!, o en yídish, ¡A gutn kvitl! Esto significa: “¡Que el papel con tu decreto sea bueno!”
Hoshaná Rabá es el último día en el cual cumplimos el precepto de las Cuatro especies, y en la Tierra de Israel es el último día en que se mora y habita en la sucá.
Algunos hombres realizan un baño ritual en la mikvé antes del rezo de la mañana.
(Extraído del libro Los Ushpizín, invitados de honor, del Rab Iona Blickstein z”l)
En Hoshaná Rabá todos somos aravá
Los Sabios kabalistas relacionan el día de Hoshaná Rabá con el concepto de Jotam betoj jotam, “un sello dentro de otro sello”, un doble sello.
En Yom Kipur, Dios puso un sello a lo que decretó para nosotros, y en Hoshaná Rabá elevamos numerosas oraciones y suplicas con la esperanza de que nuestro decreto sea lo más favorable posible al recibir “el segundo sello”.
Además, el día de Hoshaná Rabá se llama Yom jabatat haaravá, “el día en que se golpea la aravá”. Esto se refiere a la antigua costumbre de golpear contra el suelo las ramas de aravá (sauce) al final de los pedidos especiales que recitamos para tener lluvias copiosas en el año que acaba de comenzar.
Rabí Naftalí de Rupshitz zt”l enseñó que la costumbre de golpear la aravá alude a la idea de la “entrega total”, porque esa es la verdadera prueba de todo judío.
Esta costumbre muestra que en lo más recóndito de su corazón el pueblo de Israel está dispuesto a dar su alma para santificar el Nombre de Dios, si fuera necesario. Y esa entrega viene a completar todo el trabajo espiritual que realizamos durante el mes de Tishrí.
En Hoshaná Rabá elevamos todos nuestros ruegos y rezos a Dios bendito, y Le decimos: “¡A Ti pertenecemos, así como también nuestros actos!” Eso es lo que santifica nuestros actos y les da “el sello Divino”.
Este acto de anulación, de entrega total a Dios, de “devolver todo a HaShem”, se relaciona en forma especial con la aravá. Las hojas del sauce no tienen ni gusto ni olor, y aluden a los judíos simples, que no tienen Torá ni buenas acciones.
El autor del Sefat Emet zt”l explica que esta clase de judíos tiene una ventaja por sobre los demás, pues ellos tienen claro que son “judíos simples”, que “son sólo yehudim”. Ellos comprenden que en esencia son “el pueblo de HaShem” y “el rebaño de Dios”, sin que medie el incremento de santidad que resulta del estudio de la Torá y de la realización de buenas acciones y preceptos.
En todas las generaciones vimos miles y miles de judíos “simples” que se entregaron en cuerpo y alma en aras del Kidush HaShem, para santificar el Nombre de Dios. ¡Ellos prefirieron la muerte y los sufrimientos a la conversión y la negación de su identidad judía!
En Hoshaná Rabá todos deberíamos asemejarnos a una aravá, a una simple hoja de sauce, al comprender que al final nuestros “grandes actos” no se pueden comparar en absoluto al mérito infinito de ser considerados el pueblo de Israel, el pueblo elegido.
Al golpear la aravá contra el piso volvemos todo a su verdadera fuente, a su verdadera dimensión. Nos damos cuenta de que todavía no hemos comenzado a servir a Dios realmente. Y ese entendimiento es lo que precisamente nos permite recibir ahora los buenos decretos que en el Cielo fijaron para nosotros en Rosh Hashaná y Yom Kipur.