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5. Tishrei 5786

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La fiesta de Janucá

¿Sabía usted?

  • Janucá es popularmente conocida como “la fiesta de las luminarias”. Conmemora la restitución del servicio a Dios en la época del Segundo Templo de Jerusalem.
  • Antíoco Epífanes, rey de Siria (perteneciente a la dinastía helenística seléucida), había profanado el Templo Sagrado de Jerusalem al llevar allí el culto pagano de los griegos.
  • En Janucá festejamos la histórica lucha y el triunfo de un pequeño grupo de hombres que lucharon con gran fe contra el poderoso ejército sirio-griego.
  • Dicha revolución fue iniciada por “los Jashmonaím”, una familia de Cohanim (sacerdotes) descendientes de Matitiahu HaCohén, en el año 3593 aprox. (167 antes de la era común).
  • Los Jashmonaím fueron conocidos posteriormente como “los Macabeos”, pues llevaban una bandera que decía Macabí: el acróstico de las palabras Mi Camoja Baelim HaShem (“¡Quién es como Tú, oh HaShem, entre los fuertes!”), mencionadas en el versículo del Cántico del mar (Shemot 15:11).
  • Matitiahu Jashmonai tuvo cinco hijos: Yojanán, Shimón, Yehudá, Elazar y Yonatán. Al fallecer Matitiahu, su hijo Yehudá Macabí fue el líder del reducido ejército hebreo que venció a los griegos.

La victoria de los Macabeos

Cuando murió Alejandro Magno, en el año 323 antes de la era común, los principales generales macedonios comenzaron a pelear entre sí para quedarse con el gobierno de las diversas partes del colosal imperio griego.

Varios de ellos se establecieron como reyes en diferentes territorios: Egipto y el norte de África quedó gobernado por Talmai (Ptolomeo), Siria y el resto de Asia quedaron en manos de Seleuco, y la zona de Macedonia y Grecia quedó en manos de Antígono. Estas fueron las tres dinastías principales que se fundaron.

Al comienzo, la Tierra de Israel quedó bajo el dominio del rey Ptolomeo, pero luego fue conquistada por el rey Antíoco III “Megas” (reinó entre los años 223 y 187 a.e.c.), quien la anexó al territorio controlado por la dinastía seléucida con base en Siria. Su hijo, Antíoco IV “Epífanes” (reinó entre los años 175 y 164 a.e.c.), intentó helenizar la Tierra de Israel, es decir, implantar la cultura y el culto politeísta e idólatra griego en la Tierra sagrada.

El imperio helenista seléucida formuló varios decretos muy duros en contra del pueblo de Israel con el objetivo de anular su fe y su religión. Ellos prohibieron el estudio de la Torá y el cumplimiento de las mitzvot. También tomaban los bienes de los judíos y se llevaban por la fuerza a sus mujeres.

La “gota que rebalsó el vaso” fue la entrada de los helenistas al Bet Hamikdash. Ellos destruyeron varios sectores del Templo Sagrado e impurificaron los elementos y objetos puros que había allí, incluyendo el aceite que se usaba para encender la Menorá, el Candelabro sagrado. Los helenistas también pusieron allí las estatuas de sus deidades…

El pueblo de Israel sufrió mucho por causa de los griegos, hasta que HaShem se apiadó y nos ayudó.

La revolución fue iniciada por “los Jashmonaím”, una familia de Cohanim (sacerdotes) descendientes de Matitiahu ben Yojanán HaCohén, aproximadamente en el año 3593 (167 antes de la era común). Ellos eran oriundos de Modiín, una aldea cercana a Jerusalem.

Los Jashmonaím fueron conocidos posteriormente como “los Macabeos”, pues llevaban una bandera que decía Macabí: el acróstico de las palabras Mi Camoja Baelim HaShem (“¡Quién es como Tú, oh HaShem, entre los fuertes!”), mencionadas en el versículo del Cántico del mar (Shemot 15:11).

Matitiahu Jashmonai tuvo cinco hijos: Yojanán, Shimón, Yehudá, Elazar y Yonatán. Al fallecer Matitiahu, su hijo Yehudá Macabí fue el líder del reducido ejército hebreo que venció a los griegos.

Unos años después de comenzar la guerra, lograron entrar al Templo Sagrado, restituirlo y restablecer el servicio allí. Los Macabim finalmente se impusieron y terminaron echando de la Tierra de Israel a todo el ejército helenista seléucida aproximadamente en el año 3621 (139 a.e.c.). Con la extraordinaria victoria de los Macabim volvió a establecerse un reino judío en la Tierra de Israel.

Cuando los Jashmonaím entraron el Templo Sagrado para limpiarlo, buscaron si había quedado aceite puro para encender el Candelabro. Sólo encontraron un pequeño frasco de aceite que no había sido profanado y tenía el sello del Cohén Gadol. Aunque el aceite alcanzaba para un día solamente, Dios hizo un milagro y alcanzó para ocho días, el tiempo necesario para preparar nuevamente aceite puro.

Eso ocurrió el 25 del mes de Kislev. Por eso, para recordar todos los eventos milagrosos, a partir del año siguiente los Sabios decretaron celebrar en dicha fecha la fiesta de Janucá.

Encenderse uno mismo

Decía Rabí Menajem Mendel de Kotzk zt”l:

La persona no sólo debe encender las velas de Janucá. También debe encender la luz de su alma. ¿Y con qué? Con la vela de Janucá, que es la vela de la fe.

Cada momento y su milagro

Él también expresó:

En la oración de Al hanisim decimos: “…y fijaron estos ocho días de Janucá para agradecer y alabar…”

Estas palabras enseñan que, en sus corazones, los jashmonaím absorbieron y asimilaron toda la fuerza de aquel milagro, para que los judíos lo tengan siempre presente en su mente y en su corazón, a toda hora y en todo momento.

El espíritu de Janucá

La fiesta de Janucá nos enseña que siempre debemos estar rodeados de un entorno espiritual.

La Guemará dice que es mitzvá colocar las velas de Janucá próximas a la puerta, del lado izquierdo. De ese modo, al entrar a la casa tendremos la mezuzá del lado derecho y las velas de Janucá del lado izquierdo (Tratado de Shabat 22a).

Los Sabios explicaron que al hacer esto cumplimos el versículo que dice: “¡Cuán bella eres y cuán agradable eres!” (Shir Hashirim 7:7). Ellos interpretaron: “Cuán bella”, con la mezuzá, “y cuán agradable”, con las velas de Janucá (Maséjet Soferim 20:5). Además, entre ambas mitzvot está el dueño de la casa con un talit que tiene tzitziot en sus puntas, y entonces se cumple el versículo: “Un hilo triple no se romperá fácilmente” (Kohélet 4:12), lo cual alude a los tzitziot” (Sheiltot, Maharil).

En otras palabras: colocamos la janukiá frente a la mezuzá para estar rodeados de un entorno espiritual.

La fuerza espiritual de las mujeres judías

Dos mujeres fueron atrapadas por los griegos debido a una delación: habían hecho a sus hijos el Brit Milá (la circuncisión).

Los malvados tomaron a los niños, los amarraron a sus madres. Juntos los ataron a caballos que los arrastraron alrededor de la ciudad y luego los arrojaron desde lo alto de la muralla.

Con sus hijos en brazos, las madres devolvieron su alma al Creador y santificaron el Nombre de Dios al exclamar el Shemá Israel: ¡Escucha Israel, HaShem es nuestro Dios, HaShem es Uno!

Comidas fritas en Janucá

En la fiesta Janucá se acostumbra comer comidas fritas en aceite, como latkes, sufganiot (buñuelos) y demás alimentos fritos.

Esto es para recordar el aceite, mediante el cual Dios hizo un milagro con nuestros antepasados. Pues cuando los Jashmonaím lograron entrar al Templo Sagrado, sólo encontraron allí un pequeño recipiente de aceite puro que tenía el sello del Cohén Gadol, el Sumo Sacerdote.

Dicho aceite alcanzaba para encender la Menorá (el Candelabro) un día solamente. Pero ellos decidieron encenderla igualmente, y entonces ocurrió el milagro: ¡el aceite alcanzó para ocho días! Eso les dio tiempo suficiente para preparar más aceite puro, y no tuvieron la necesidad de utilizar aceite impuro.

Comidas lácteas en Janucá

También se acostumbra comer alimentos lácteos en Janucá, en recuerdo del acto heroico que hizo Yehudit, la hija del Yojanán el Sumo Sacerdote.

Los perversos griegos habían decretado que toda mujer que se iba a casar, primero debía presentarse ante el gobernador enemigo… Antes de presentarse ante el general griego, Yehudit preparó comidas lácteas para darle de comer y provocarle una gran sed. Para calmarle la terrible sed, ella le dio de beber un vino muy fuerte, y el general cayó dormido.

Aprovechando la oportunidad, Yehudit le cortó la cabeza y la llevó a Jerusalem. Al ver que su líder había sido matado, los súbditos del general huyeron con pánico y espanto.

Algunas leyes de Janucá

La fiesta de Janucá comienza el 25 de Kislev. Tanto en Éretz Israel como en la diáspora esta fiesta tiene ocho días de duración. 

  1. Debemos encender la janukiá (el candelabro de Janucá) durante ocho días. La primera noche se enciende una vela; la segunda, dos velas; y así cada día se enciende una vela más que el día anterior.
  2. Las velas deben estar alineadas en una misma hilera y a la misma altura. Pero no deben estar demasiado cerca una de la otra, para que las llamas no se toquen.
  3. Está prohibido utilizar la luz de las velas para leer, contar dinero o realizar cualquier otra actividad. Por eso, se debe agregar una vela adicional, llamada “el shamash” (vela piloto), cuya luz puede ser utilizada en caso de necesidad, y que también puede servir para encender las velas de Janucá. El shamash se debe colocar más alto o al costado de las velas de Janucá, para que se diferencie de ellas.
  4. Las velas deben colocarse en el siguiente orden: La primera noche, que se enciende una sola vela (fuera del shamash), hay que ubicarla en el extremo derecho del candelabro. La segunda noche se agrega una vela a la izquierda de la vela que se encendió el día anterior, y esa vela adicional es la que primero se enciende, y luego se enciende la que está a su derecha. La tercera noche se hace lo mismo: se agrega una vela adicional a la izquierda de las velas que se encendieron el día anterior, y ésa es la que primero se enciende. Este es el orden a seguir cada noche, de modo que en la octava noche se agrega la última vela en el extremo izquierdo del candelabro.
  5. Para el encendido en Janucá es preferible utilizar aceite de oliva y mechas. Si no se tiene aceite de oliva es posible usar algún otro aceite, tratando de elegir el que dé mejor luz. También se puede utilizar velas de cera o parafina.
  6. El mejor momento para encender las velas de Janucá es al caer la noche, en el horario de salida de las estrellas, cuando todos los miembros del hogar están reunidos. Quien no llegó a encender las velas en ese momento puede hacerlo durante el resto de la noche.
  7. Las velas de Janucá deben permanecen encendidas como mínimo media hora después de la salida de las estrellas o del momento en que se encienda por la noche. Por eso, es necesario colocar bastante aceite en la janukiá (candelabro de Janucá). Si se enciende con velas de cera o parafina también hay que prestar atención a este detalle, por lo cual se debe usar velas grandes.
  8. Para hacer público el milagro de Janucá, la costumbre general hoy en día es colocar las velas junto a una ventana de la casa, o al costado de la puerta de entrada, del lado izquierdo. Es aconsejable consultar a un Rabino sobre el mejor lugar para encender.
  9. Antes de encender, la primera noche se recitan tres bendiciones:

(a) Baruj Atá… asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu lehadlik ner (shel) Janucá, “Bendito eres Tú… que nos consagró con sus preceptos y nos ordenó encender la vela de Janucá”.

(b) Baruj Atá… sheasá nisim laavotenu bayamim hahem bazemán hazé, “Bendito eres Tú… que hizo milagros a nuestros antepasados en aquellos días, en esta época”.

(c) Baruj Atá… shehejeyanu vekiemanu vehiguianu lazemán hazé, “Bendito eres Tú… que nos concedió vida, nos preservó y nos hizo llegar a este momento”.

El resto de las noches sólo se recitan las dos primeras bendiciones.

  1. Después del encendido se acostumbra recitar el párrafo Hanerot halalu, como figura en los libros de oraciones.
  2. No se debe mover las velas del lugar donde fueron encendidas; no sólo en Shabat, sino incluso en días de semana normales.
  3. Si las velas se apagaron durante la media hora que debían permanecer encendidas, igualmente se cumplió la obligación. Sin embargo, la costumbre es a volver a encenderlas.
  4. Después de que las velas ardieron el tiempo necesario (media hora) está permitido apagarlas, excepto el viernes por la noche. No obstante, a menos que haya una razón especial para hacerlo, es preferible dejarlas encendidas, pues así se difunde más el milagro de Janucá.
  5. Si por cualquier motivo la persona no encendió las velas de Janucá en alguna de las noches, puede y debe encenderlas en la noche siguiente según el número de velas que corresponda a esa noche. Por ejemplo: si no encendió las cuatro primeras noches de Janucá, la quinta noche deberá encender solamente cinco velas (además del shamash).
  6. En Shabat no se puede encender fuego, por eso las velas de Janucá se deben encender el viernes por la tarde, antes de encender las velas de Shabat. Puesto que las velas de Shabat se encienden varios minutos antes de la puesta del sol, en este caso hay que prestar especial atención a poner mucho más aceite de lo usual o de utilizar velas bien grandes, para que seguro ardan hasta media hora después del horario de salida de las estrellas.
  7. Durante la media hora que las velas deben permanecer encendidas hay que tratar de no realizar ningún trabajo o labor prolongada. Especialmente las mujeres cuidan esta costumbre, pues en un período de la guerra una mujer mató al gobernador griego y provocó la derrota militar del enemigo: Yehudit, la hija de Yojanán el Cohén Gadol. También entre los hombres hay quienes se abstienen de realizar labores en esa media hora, para mostrar que está prohibido utilizar la luz de las velas; y además, porque estos días se llaman Janucá, y hay quienes explicaron que esto significa: חנו-כה, “acamparon, descansaron” (janú) “el 25” (de Kislev, pues el valor de la letra kaf es 20 y el de la he es 5).
  8. Los Sabios ordenaron agregar un párrafo de alabanza y agradecimientoen la oración de la Amidá de los tres rezos diarios de Janucá. Este párrafo, llamado Al hasinim relata los milagros ocurridos en la guerra contra el reino enemigo. El párrafo Al hanisim también se debe agregar en el Bircat Hamazón.
  9. Durante los ocho días de Janucá se debe recitar el Halel completo, y en la sinagoga se lee una sección de la Torá.
  10. También en la sinagoga se acostumbró encender las velas de Janucá. Hay quienes explicaron que se comenzó a hacer esto debido a los viajeros, que no tenían una casa donde encender y dormían en el edificio del Bet Haknéset. Además, encendemos en la sinagoga para difundir el milagro de Janucá, pues el nes (milagro) ocurrió en el Templo Sagrado, y el Bet Haknéset también se llama Bet Mikdash meat (Templo Sagrado pequeño).
  11. No es obligación realizar banquetes especiales en Janucá. Sin embargo, se acostumbra celebrar con regocijo estos días y entonar canciones de alabanza a Dios por los milagros ocurridos: la victoria de los hebreos sobre los griegos y el aceite.

Preguntas al Rabino

Pregunta

¿Cuándo se encienden las velas en el Shabat de Janucá? ¿Cuándo se encienden el sábado por la noche? ¿Qué se puede hacer con el aceite o las velas sobrantes?

Respuesta

  1. La semana pasada hemos explicado que, como en Shabat no se puede encender fuego, el encendido de las velas de Janucá el viernes por la tarde se debe realizar en principio antes de encender las velas de Shabat.
  2. También fue explicado que según la Halajá las velas de Janucá deben permanecen encendidas como mínimo media hora después del horario de salida de las estrellas. Por eso, como las velas de Shabat se encienden varios minutos antes de la puesta del sol, el viernes por la tarde es necesario colocar bastante más aceite en la janukiá (candelabro de Janucá), y quien enciende con velas de cera o parafina debe utilizar velas bien grandes, para que seguro ardan hasta media hora después del horario de salida de las estrellas. En total deben arden alrededor de dos horas.
  3. A la salida del Shabat, las velas de Janucá se encienden después de realizar la Havdalá. (Y hay quienes acostumbran encender las velas de Janucá antes de realizar la Havdalá).
  4. Si después de encender las velas la última noche de Janucá quedó aceite en los vasos donde se encendió o quedó parte de las velas (por ejemplo, porque se apagaron y no se consumieron por completo), está prohibido tener beneficio de eso. El aceite o la parafina fueron destinados para cumplir la mitzvá, y por eso está prohibido utilizar el resto del aceite o las velas para otro encendido y beneficiarse de su luz. En dicho caso se puede encender nuevamente el aceite o las velas si tener ningún beneficio de ello.
  5. Otra posibilidad es simplemente ponerlos en una bolsa (preferiblemente, no transparente), y dejarlos en la basura. Aunque está prohibido “despreciar algo que fue usado para cumplir un precepto”, hacer esto no se considera “despreciar la mitzvá”. (Pues las autoridades Rabínicas mencionaron que “despreciar” se considera, por ejemplo, pisar las ramas que fueron usadas para el techo de la sucá o pisar un talit katán que están en el piso.)

Contra la asimilación tenemos Janucá

Las luces de Janucá nos recuerdan que en cada generación estamos expuestos al peligro de la asimilación. Así ocurrió también en los días de los Macabim, “cuando se levantó el malvado reino griego contra el pueblo de Israel para hacer que olvidemos nuestra Torá y que profanemos las leyes de Dios”. 

Por eso ponemos la janukiá (el candelabro de Janucá) en un lugar bien visible, para que todos vean el milagro que Dios hizo con Su amado pueblo.

Y debemos aprovechar el momento del encendido para sentarnos con nuestros hijos y nietos, y recordarles nuestra historia, nuestras tradiciones. Así ellos tomarán conciencia de todo lo que el judaísmo representa. Entenderán y sentirán que la luz de Janucá tiene un gran poder esotérico para avivar la chispa judía que se esconde en el corazón en cada uno de los hijos de Israel.

El dréidel (trompo) en Janucá

Según una antigua costumbre, en la fiesta de Janucá se reúne a los niños y se juega con ellos. ¿Qué juego? El dréidel, que en yídish significa “trompo”.

El dréidel de Janucá es un pequeño trompillo que tiene cuatro lados. Cada uno lado tiene escrita una letra distinta: la nun, la guímel, la he y la shin. Estas letras son las iniciales de la frase: Nes gadol hayá sham, “Un gran milagro ocurrió allí”. (En la Tierra de Israel se reemplaza la letra shin con una pe, para que diga: Nes gadol hayá po, “Un gran milagro ocurrió aquí”.)

El juego de dréidel nos recuerda aquellos días en los cuales los griegos habían prohibido el estudio de la Torá. Los niños se reunían con su maestro para estudiar Torá, y para ocultar que estudiaban Torá, los niños jugaban al dréidel cada vez que aparecían los soldados griegos.

Regalos en Janucá

Otra antigua costumbre en la fiesta Janucá es incrementar la caridad, y dar a los pobres y los necesitados lo que en yídish se llama Januca guelt (dinero de Janucá).   

Actualmente también se acostumbra en Janucá dar a los niños unas monedas, algún regalo o alguna golosina como premio por su aplicación en el estudio y su buen comportamiento.

Ese Januca guelt también servirá para darles estímulo, de modo que continúen estudiando Torá con fuerza y cumpliendo los preceptos con amor.

El octavo día de Janucá

Dijo Rabí Elazar de Lizensk zt”l, el hijo de Rabí Elimélej zt”l:

En el año hay tres momentos muy especiales en los cuales es particularmente apropiado y beneficioso orar.

Uno es a la salida de Shabat, después de la Havdalá, en la comida de Melavé Malká.

Otro es en el octavo día de Sucot, llamado Sheminí Atzéret.

Y otro es el octavo y último día de la fiesta de Janucá, llamado “Zot Janucá” (por la sección de la Torá que se lee en ese día).

(Or Haganuz, Belz, Janucá, página 133)

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Las plegarias en la fiesta de Janucá tienen una fuerza especial para anular los decretos de infertilidad, así como ocurre en Rosh Hashaná.

(Bené Yisajar, Maamaré Kislev-Tevet, 10)

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Aprovechemos la fiesta de Janucá, realizando un esfuerzo redoblado para que nuestras oraciones sean bien recibidas –tanto por las necesidades materiales como por las espirituales–.