Haftará de Ajaré Mot y Kedoshim
Vayehí devar… Veatá ben adam hatishpot
Yejezkel cap. 22
Según la costumbre ashkenazí, la Haftará de Ajaré mot se toma de Amós 9:7-15 (Haló jivné jushiím), y la Haftará de Kedoshim se toma de Yejezkel 22:1-16 (Vayehí devar… Veatá ben adam hatishpot).
Según la costumbre sefaradí, precisamente la Haftará de Ajaré mot se toma de Yejezkel 22:1-16 (Vayehí devar… Veatá ben adam hatishpot), y la Haftará de Kedoshim se toma de Yejezkel 20:2-20 (Vayehí devar… ben adam daber).
Cuando hay dos Parashot unidas, la costumbre general es leer la Haftará que corresponde a la segunda Parashá. Y así hacen en las comunidades sefaraditas cuando Ajaré mot y Kedoshim están unidas: se lee la Haftará de Kedoshim (Yejezkel 20:2-20, Vayehí devar… ben adam daber).
Sin embargo, en las comunidades ashkenazitas, cuando Ajaré mot y Kedoshim están unidas se hace una excepción a la regla y se lee la Haftará de Ajaré mot (Amós 9:7-15, Haló jivné jushiím).
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En el capítulo 22, el profeta Yejezkel amonesta al pueblo de Israel por transgredir los preceptos y cometer toda clase de actos que nuestra Parashá prohibió.
En los versículos siguientes a la Haftará, dice el profeta Yejezkel: “Y vino a mí la Palabra de HaShem y me dijo: ¡Hijo del hombre! La casa de Israel se convirtió para Mí en escoria; todos son como el bronce, el estaño, el hierro y el plomo en un crisol; fueron como las escorias de la plata” (Yejezkel 22:17-18).
La escoria es la parte menos pura de los metales preciosos. Al fundir la plata en el crisol, para depurarla, se deja de lado el remanente del metal, que es despreciable.
La casa de Israel se convirtió en escoria. Yejezkel menciona varios metales de menor calidad que la plata, como el bronce y el estaño, el hierro y el plomo. Al fundirlos todos juntos, todos son escoria y no plata. Si se utilizan para crear un objeto o utensilio, éste será de calidad inferior. Además, si el utensilio se rompe, como no fue realizado con un metal puro sino con una mezcla de metales, deberá ser fundido nuevamente para reconstruirlo por completo.
Lo mismo sucedió con el pueblo de Israel: había entre ellos unos pocos piadosos; pero ahora, debido a sus grandes pecados, quedaron solamente los restos de menor valor, la escoria de plata.
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Haló jivné jushiím
Amós capítulo 9
Dice el profeta Amós: “He aquí, vienen días –Palabra de HaShem– en los cuales el que ara alcanzará al que siega; y el que pisa las uvas, al que siembra la semilla; y las montañas gotearán mosto y todas las colinas parecerán derretirse (debido a la abundancia)” (Amós 9:13).
Según el sentido literal, el entendimiento de este versículo es claro. En el Futuro venidero Dios enviará tanta abundancia que la siega de la producción del campo se prolongará hasta que llegue el tiempo de arar la tierra nuevamente, el pisado de las uvas se prolongará hasta que el momento de sembrar la tierra una vez más.
Sin embargo, también es posible explicar el versículo en forma alegórica:
Antes del pecado del primer hombre, el intelecto y la acción eran congruentes por completo, había una coherencia total entre los pensamientos y los hechos. Nada podía oscurecer u obstruir el intelecto; éste era claro y nítido. La Palabra de HaShem era clara para el hombre y sus actos reflejaban esa claridad. El pensamiento y la conciencia generaban en forma precisa y fiel los hechos y las acciones.
Así era la realidad antes del pecado de Adam, y cuando los israelitas recibieron la Torá. Cuando no hay oscuridad ni separación, se descubre la luz. Por esa razón los hebreos dijeron “¡Haremos y escucharemos!” (Shemot 24:7) antes de la entrega de la Torá. Escuchar (entender) es hacer, y hacer es escuchar. Ambos conceptos están envueltos en la Luz Divina.
Pero cuando el pueblo después pecó nuevamente, el pecado otra vez creó una separación y una oscuridad “natural”. El instinto del mal alejó las acciones y las separó de la conciencia. Ahora se requiere mucho tiempo y esfuerzo para anular esa separación, para disipar la oscuridad que cubre y oculta el intelecto.
Pero en el Futuro venidero, cuando la Creación se purifique y la impureza del pecado quede anulada, no habrá una separación entre el intelecto y la acción; el conocimiento no estará separado de los hechos. Habrá una unidad completa; todo será uno. Entonces se acortará el tiempo entre “el arado de la tierra” y “la siega de su producto”. Se anularán todos los factores que separan. Todo será uno.