“¡Tú, hijo de hombre, relátale a la casa de Israel cómo será el Templo, para que se avergüencen de sus iniquidades, y que midan el diseño!” (Yejezkel 43:10).

Después de la destrucción del Templo Sagrado de Jerusalem, Dios le mostró al profeta Yejezkel cómo será el próximo Templo, y le ordenó contarles a los hijos de Israel todo lo que vio proféticamente en relación con la construcción de éste. ¿Para qué?

Para que se avergüencen de sus pecados. Porque cuando el profeta les hable de la construcción del nuevo Templo, recordarán que el Primer Templo se destruyó por los pecados de ellos. Y entonces se avergonzarán e imaginarán en sus corazones el diseño del futuro Templo.

“Y si se avergüenzan de todo lo que han hecho, hazles saber más del Templo: de su forma y construcción, de sus salas y la finalidad de éstas, de todos sus ornamentos y los lugares destinados al pueblo y a los sacerdotes. Escribe esto a la vista de ellos, para que guarden toda su forma y todas sus leyes, y las pongan en práctica” (versículo 11).

Dios le quiso decir al profeta: Cuando relates todo lo que has visto en profecía, observa sus rostros. Mira si al escuchar sobre el Primer Templo, que fue destruido, se avergüenzan de sus pecados y de todos los malos actos que hicieron. Y si endurecen sus caras como la piedra, no hables más de esto con ellos (Metzudat David).