“Así dijo HaShem: Por tres transgresiones capitales de Israel, (toleraré,) mas por la cuarta, ¡no apartaré el castigo!; porque (los jueces) venden al justo por dinero, y al menesteroso, por (el valor de) un par de zapatos” (Amós 2:6).

Amós profetizó para el Reino de Israel (al norte), cuyos habitantes estaban influenciados por el paganismo y se corrompieron tanto que llegaron a cometer los actos arriba citados.

También en el Reino de Yehudá (al sur) se cometían faltas. Aunque los habitantes de Yehudá ponían más énfasis en los mandamientos religiosos, ellos creían que podían ser menos escrupulosos en lo que concierne a los preceptos a cumplir con los semejantes.

No se puede hacer una selección entre las 613 mitzvot de la Torá, y cumplir sólo lo que convenga a nuestro carácter y temperamento. En la Torá está todo unido: lo social, lo cultural y lo religioso.

Dice el profeta, en nombre de Dios: “¡Sólo a ustedes He amado de entre todas las familias de la tierra, por eso los castigaré debido a sus iniquidades” (Amós 3:2).

La relación entre Dios y el pueblo de Israel es estrecha. Israel depende sólo del Altísimo y debe observar la Torá, y ser su portavoz y mensajero en el mundo entero.