El precepto de la caridad
Pregunta
¿Me podría explicar algunos detalles del precepto de la tzedaká (la caridad)?
Respuesta
Así escribió Rabí Moshé ben Maimón, el Rambam z”l, en su obra Mishné Torá, Leyes de regalos a los pobres, capítulo 7:
Artículo 1. Es un precepto activo dar caridad a los pobres judíos conforme a sus necesidades, si es que tenemos la posibilidad. Como está escrito: “Abrir, abrirás tu mano a él” (Devarim 15:8), y también dice: “Lo sostendrás, al forastero y al residente, para que viva contigo” (Vaikrá 25:35), y luego dice: “y vivirá tu hermano contigo” (vers. 36).
Artículo 2. Todo el que ve a un pobre pidiendo ayuda, y aparta su vista de él y no le da caridad, transgrede una prohibición; como está escrito: “No endurezcas tu corazón ni cierres tu mano a tu hermano indigente” (Devarim 15:7).
Artículo 3. Es obligación darle al pobre lo que le falta. Si carece de abrigo, se lo debe abrigar; si le faltan utensilios domésticos, hay que comprarle; si no puede casarse, se lo ayuda a hacerlo; y si se trata de una mujer, se la ayuda a ser desposada por un hombre idóneo. Aun si el que empobreció solía montar a caballo y tener un sirviente que corría ante él (y lo necesita todavía), se le debe comprar un caballo y un sirviente que corra ante él. Como está escrito: “(Le debes dar) lo suficiente para lo que le falta” (Devarim 15:8). Y la obligación es proveerle lo que le falta, pero no enriquecerlo.
Artículo 7. Hay que dar alimento y vestimenta a los gentiles pobres junto a los pobres judíos, para estar en paz con ellos.
Al pobre que va de puerta en puerta no es necesario darle una dádiva grande, pero se le debe dar una dádiva pequeña.
Artículo 13. Un pariente pobre tiene prioridad sobre cualquier otra persona; los pobres de la propia familia tienen prioridad sobre los pobres de la ciudad; los pobres de la ciudad tienen prioridad sobre los podres de otra ciudad. Como está escrito: “Abrirás tu mano a tu hermano, a tu indigente y a tu pobre en tu país” (Devarim 15:11).
Y más adelante, en el capítulo 10, el Rambam mencionó que hay ocho niveles o grados en el cumplimiento del precepto de la caridad:
Artículo 7. Hay ocho niveles de caridad, uno más alto que otro. El nivel más alto y supremo es el de aquel que asiste a un judío que empobreció y le da un obsequio o un préstamo, o lo toma como socio, o le da un trabajo que pueda hacer, para que no necesite pedir caridad. Sobre esto está escrito: “Lo sostendrás, al forastero y al residente, para que viva contigo” (Vaikrá 25:35); es decir, sostenlo para que no caiga y necesite de otros.
Artículo 8. En un grado inferior está quien da caridad a los pobres, pero no sabe a quién le da, y tampoco el pobre sabe de quién recibe. Esta es una mitzvá lishmah (un precepto que se cumple por el sólo mérito de cumplirlo). Así ocurría en la “Sala secreta” que estaba en el Templo Sagrado, donde los justos dejaban la caridad en secreto, y los pobres de buenas familias iban y tomaban su sustento también en secreto. Algo parecido a esto es dar a un fondo de caridad. Y no se debe dar un fondo de caridad hasta tener la certeza de que su encargado es digno de fe, sabio y que sabe conducirse correctamente, como Rabí Janiná ben Teradión (que era tan escrupuloso en la administración de los fondos de caridad, que una vez, temiendo que el dinero de la caridad se haya mezclado con su dinero personal, distribuyó entre los pobres todo lo que tenía, incluyendo su propio dinero).
Artículo 9. En un grado inferior está quien da caridad y sabe a quién le da, pero el pobre no sabe de quién recibe. Así hacían los grandes sabios, que iban en secreto y dejaban el dinero en las puertas de los pobres. Cuando los encargados de la caridad no se conducen con rectitud, ésta es la conducta digna de seguir, y es de gran mérito.
Artículo 10. En un grado inferior está el que da caridad y no sabe a quién le da, pero el pobre sí sabe de quién recibe. Así hacían los grandes sabios, que ponían dinero en sus bolsos y luego los echaban hacia atrás, y los pobres iban y tomaban el dinero, ya que de ese modo los pobres no se avergonzaban.
Artículo 11. En un grado inferior está el que le da al pobre caridad en la mano antes de que pida.
Artículo 12. En un grado inferior está el que le da después de que le pidió.
Artículo 13. En un grado inferior está el que le da menos de lo que necesita, pero con amabilidad.
Artículo 14. En un grado inferior está el que le da con dolor o enojo.
Artículo 18. Cada uno debe limitarse y privarse al máximo para no necesitar de los demás y convertirse en una carga para la caridad comunitaria. Así ordenaron los Sabios cuando dijeron: “Es mejor que hagas tu Shabat como si fuera un día normal –en lo que respecta a las comidas–, y que no necesites de los demás –para tener manjares y comidas deliciosas–” (Shabat 118a). Aun si se trata de un Sabio respetado, si empobreció, es mejor que se dedique a cualquier trabajo, incluso a uno mísero, para que no necesite de las personas. Es preferible trabajar quitando el cuero a los animales degollados, antes que decirle a la gente: “Soy un gran Rabino, soy un Cohén, ¡manténganme!” Así ordenaron los Sabios. Algunos de los Sabios más grandes fueron leñadores, otros transportaban madera, otros fueron aguateros o herreros, y no pidieron caridad a la comunidad ni la aceptaron cuando les fue ofrecida.