La bendición de un padre
Cuando se casó la hija de Rabán Gamliel, ella le pidió su bendición.
Rabán Gamliel le dijo: “¡Que no te vea regresar!”
La joven se fue, y cuando tuvo su primer hijo, volvió a pedir la bendición de su padre.
Rabán Gamliel le dijo: “Sea la voluntad de Dios que te lamentes con frecuencia, que digas: ‘¡Ay de mí!’”
Le preguntó su hija: “¿Por qué me has maldecido en los días más felices de mi vida?”
Le contestó Rabán Gamliel: “¡No te he maldecido, hija, sólo te he bendecido!”
Luego le explicó:
“Quien tiene paz y felicidad en su hogar, no vuelve a vivir a la casa de su padre.
“Y quien tiene un hijo sano y fuerte, se lamenta constantemente al pensar: ‘¡Ay de mí, el muchacho no ha comido!’ o ‘¡No ha bebido suficiente!’ o ‘¡Está llegando tarde a la escuela!’, etc.”
(Midrash Bereshit Rabá, capítulo 26)