La piedra preciosa
Shimón ben Shetaj había comprado un asno de un ismaelita. Sus discípulos encontraron que una piedra preciosa colgaba del cuello del sano.
Le dijeron: “¡Rabí, la bendición de Dios te ha enriquecido!”
Rabí Shimón ben Shetaj les contestó: “Yo compré un asno, pero ninguna piedra preciosa”.
Fue y le devolvió la piedra al ismaelita.
Entonces el ismaelita exclamó: “¡Bendito sea Hashem, el Dios de Shimón ben Shetaj!”