Ravá y el pobre
En cierta ocasión, un hombre necesitado llegó a la casa del sabio Ravá y le pidió que le diera de comer.
“¿Qué sueles comer?”, le preguntó Ravá.
“Pollo relleno y vino añejo”, le respondió el pobre.
“¡¿Cómo?!”, dijo Ravá. “¡¿No te preocupa ocasionar tanto gasto a la comunidad, que debe mantenerte?!”
“No como nada que les pertenezca a las personas; sino sólo lo que el Señor me proporciona. Así como está escrito: ‘Los ojos de todos Te esperan, y Tú les das su alimento en su tiempo adecuado’ (Tehilim 145:15) […] Esto enseña que Dios se ocupa de darle a cada persona lo que necesita, según su propio hábito y costumbre”.
Mientras esta conversación transcurría, justo llegó la hermana de Ravá, que no lo había visto desde hacía trece años, ¡y le trajo de regalo pollo relleno y vino añejo!
Maravillado, Ravá se dirigió nuevamente a aquel pobre y le dijo: “Te pido perdón, amigo. Ven y come, por favor”.
(Tratado de Ketuvot 67b)