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5. Tishrei 5786

בס”ד

Parashat Ki Tavó

La alegría de las primicias

Leemos en nuestra Parashá: “Y será que cuando entres a la Tierra que HaShem, tu Dios, te da por heredad y la poseas y mores en ella, tomarás de las primicias de todo fruto de la tierra… los pondrás en el cesto, a irás al lugar que elegirá HaShem, tu Dios, para hacer morar Su Nombre allí …” (Devarim 26:1-2).

Esta sección semanal de la Torá comienza con el vocablo hebreo Vehayá, cuyo significado es “Y será”.

Nuestros Sabios dicen que esta expresión alude a un evento alegre, a una situación feliz. ¿Acaso hay alegría más grande que la llegada del pueblo judío a la Tierra Prometida?

Además, un segundo evento que complementa la alegría es el hecho de sembrar, arar y cosechar el producto de la tierra. Luego los hijos de Israel elevan los primeros frutos de su ardua labor, como ofrenda de agradecimiento al Todopoderoso, en el lugar que Él eligió “para hacer morar Su Nombre allí”.

La importancia de esta ceremonia se ve subrayada por el hecho de que al traer las primicias al Sagrado Templo de Jerusalem, el agricultor debe pronunciar los versículos que relatan la historia del pueblo judío desde Yaacov Avinu y la llegada y la salida de Egipto, hasta la entrada a la Tierra Prometida:

“Digo hoy ante HaShem […] que vine a la Tierra que Él juró a nuestros antepasados hacernos heredar […] Un arameo quiso destruir a padre, y (luego) él descendió a Egipto con un pequeño número de personas, y se convirtió allí en un pueblo grande, fuerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron trabajo duro… Entonces clamamos a HaShem, el Dios de nuestros antepasados, y HaShem escuchó nuestra voz, vio nuestra aflicción […] Y HaShem nos sacó de Egipto con Mano poderosa y con Brazo extendido, con gran imponencia, con señales y con prodigios. Y nos trajo a este lugar y nos dio en esta Tierra, una tierra de la cual mana leche y miel. ¡Y ahora, he aquí, traje las primicias de los frutos de la tierra que me diste, HaShem!” (Devarim 26:3-10).

La alegría del pueblo judío no puede ser superficial. Tiene que estar arraigada en las fuentes ancestrales, en nuestra cultura nacional, en nuestro tradicional modo de vida.

No se puede construir un futuro, ni vivir un presente judío, sin basarse en el deslumbrante pasado del historial hebreo. En todo momento debemos agradecer por los milagros que Dios nos hizo en los momentos difíciles, por la libertad que nos otorgó al salvarnos de la opresión del tirano egipcio.