En Parashat Mishpatim leímos que después de la Revelación Divina en el monte Sinai, Moshé permaneció en la montaña durante cuarenta días y cuarenta noches (Shemot 24:18). En esta parashá –Ki Tisá– vemos que cuando él bajó con las Tablas del Pacto, se vio obligado a romperlas. ¿Por qué? Porque el pueblo de Israel incurrió en el pecado del becerro de oro…
Luego de pedir el perdón para el pueblo, Dios le dijo que subiera nuevamente al monte Sinai con otras dos tablas de piedra, pues Él le daría nuevamente los Diez Mandamientos. Y dice la Torá que Moshé nuevamente permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches (Shemot 34:28). ¿Qué hizo Moshé durante los cuarenta días que estuvo en el monte Sinai? ¡Estudió Torá!
En su comentario sobre nuestra Parashá (31:18), Rabí Abraham Ibn Ezra menciona una pregunta que formularon los burlones y descreídos: “¡¿Cuánto tiempo toma escuchar 613 preceptos?! ¿No alcanzaría uno o dos días solamente?”
Pero el Ibn Ezra explica que el gran error de esas personas es pensar que la Torá es solamente “algo técnico”, un “libro de preceptos”.
La raíz de todas las mitzvot es el amor a HaShem, con todas las fuerzas. Y es imposible llegar a ese nivel si la persona no intenta aprender toda la Sabiduría Divina; la que Él reveló en el pasado, y la que ha de ser revelada en el futuro. El ser humano debe estudiar los Caminos de HaShem y Sus actos, y debe intentar entender y comprender el secreto de los preceptos.
Aquellos que formularon esa pregunta que el Ibn Ezra citó, tendrían que saber que, aun si Moshé hubiera estado en las alturas del monte de HaShem un año, o cuarenta años, o incluso más, no hubiera podido aprender por sí mismo ni uno de miles de esos secretos.
Pero Moshé lo aprendió todo durante cuarenta días y cuarenta noches, no por su propio esfuerzo y entendimiento, sino porque recibió esa sabiduría como regalo.
¡Pero parecería que eso no era suficiente! Pues, después del pecado del becerro de oro que el pueblo realizó, Moshé rezó cuarenta días para obtener el perdón Divino para los yehudim, y subió nuevamente el monte Sinai por otros cuarenta días para traer las Segundas Tablas del Pacto. ¿Para qué tuvo que estar allí otros cuarenta días para recibir nuevamente los Diez Mandamientos?
Moshé estudió nuevamente los mismos temas, pero desde otro ángulo. La primera vez, las tablas fueron completamente “la obra de HaShem”. HaShem se las dio. Moshé aprendió los temas como fueron dados por el Creador. Pero esta vez HaShem le ordenó tallar dos tablas de piedra antes de subir al monte. Y en las alturas, Dios escribiría en ellas el Decálogo.
Moshé aprendió la fuerza de la Teshuvá, el arrepentimiento. Y por esa razón, al final de los cuarenta días, HaShem le dijo: ¡Salajti Kidbareja! – “¡He perdonado, así como tú pediste!”
Él estudió toda la Creación, los Mundo Superiores y el mundo terrenal, desde todos los ángulos, y tomando en cuenta la realidad del pueblo de Israel, que puede llegar a pecar. Pero eso no es todo, sino que también puso en práctica todo lo que estudió. Y así vemos también, que al final de los cuarenta años de dirigencia, Moshé le dijo a Dios: “Tú empezaste a mostrar a Tu siervo, Tu grandeza y Tu mano poderosa” (Devarim 3:24).
¡Aun después de cuarenta años sé que recién comencé a aprender!