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5. Tishrei 5786

בס”ד

Parashat Mishpatim

Todas las leyes fueron dadas en el Sinaí

Nuestra Parashá comienza mencionando las leyes de los esclavos… ¿Por qué no comenzar con las leyes de los préstamos a los pobres (Shemot 22:24) o con cualquier otro de los preceptos que la Parashá menciona?

En la Parashá anterior, Itró, leímos sobre la entrega de la Torá, que simboliza todo lo referente a la relación entre nosotros, el pueblo judío, con HaShem, nuestro Creador. La sección de esta semana, Mishpatim, trata sobre la relación entre el hombre y su semejante. Aquí encontramos las prohibiciones del robo, el asesinato, etc.

Ambas secciones emanan de la revelación Divina en el monte Sinai. Así como los Diez Mandamientos fueron dados en medio de estremecedores truenos y relámpagos que iluminaban el cielo, en ese mismo día y en ese mismo escenario también fueron dadas las leyes que deben regir la vida socioeconómica del pueblo elegido.

Al comienzo del Decálogo dice: “Yo soy el Eterno, Tu Dios, que Te saqué de la tierra de Egipto, de una casa de esclavos” (Shemot 20:2). Esto nos recuerda que HaShem liberó a tres millones de personas oprimidas y subyugadas por el Faraón…

Los Diez Mandamientos comienzan así porque “el rescate de los prisioneros” fue realizado por Dios mismo. Gracias a ello pudimos elevarnos y llegar al nivel de “Adam”, el primer hombre, y convertirnos en “siervos de HaShem”.

A la luz de este concepto entendemos que nuestra Parashá comience con el versículo: “Si compras un esclavo hebreo…” (Shemot 21:2), pues este es un precepto que tiene como objetivo luchar contra la esclavitud, contra toda clase de esclavitud, en recuerdo de la Creación del mundo y de la salida de Egipto.

Los hermanos vendieron a Yosef como esclavo. Por eso, el Santo, bendito sea, decretó que ellos también fueran esclavizados en Egipto, y después los redimió.

Similarmente, el pueblo de Israel tiene la mitzvá de liberar a alguien que fue vendido como esclavo (porque robó, y luego no tuvo dinero para devolver lo que robó). Pero, junto con ello, los seis años que el esclavo debe servir a su amo deben ser un fuerte castigo por sus malos actos; de algún modo, como fue la esclavitud sufrida en Egipto.

Y dice el Rambam: Así como el Shabat nos recuerda y nos devuelve a la Creación del mundo, así también el séptimo año deberá ser para el esclavo.

Y recordemos: ¡“Libre” se considera aquel que estudia la Torá, que refuerza su identidad; que sueña, come y bebe como un orgulloso hijo de la nación hebrea!