Muchas veces nos preguntamos: ¿Cuáles son las cualidades que debe poseer un líder? ¿Qué camino debe tomar? ¿Debe aceptar a ciegas la voluntad del pueblo, o trazar un camino para la gente?
La parashá de esta semana, parashat Pinejás, nos relata acerca de la elección de dos grandes líderes: Pinjás y Yehoshúa.
Estos dos grandes hombres de Israel no recibieron su “título” como un regalo. Ellos fueron designados para su cargo a causa de su trabajo con el pueblo, por su dedicación y entrega a los hijos de HaShem. Más no llegaron a esa posición utilizando el mismo camino.
Comencemos con Pinjás. Al comienzo, Pinjás no era Cohén, pero fue elegido sacerdote junto con su descendencia por todas las generaciones. “Y será para él y sus descendientes un pacto de sacerdocio para siempre” (Bamidvar 25:13).
Según las Escrituras, Pinjás fue un hombre práctico. En el pueblo reinaba una gran confusión (debido al comportamiento de Zimrí ben Salú, el Príncipe de la Tribu de Shimón, quien faltó a las leyes de moral judía con la princesa midianita Kozbí bat Tzur). Incluso Moshé Rabenu se mostró indeciso en ese momento…
Pero Pinjás no titubeó. Él comprendió que debía actuar rápidamente para salvar al pueblo de Israel de la plaga que había comenzado. Así fue que, realizando un acto heroico, ejecutó a los pecadores. En mérito a su acción se detuvo la dura plaga que abatió a 24.000 judíos.
Es interesante cómo la Torá describe aquel momento histórico: “Y he aquí, un hombre de los hijos de Israel vino, y trajo delante de sus hermanos a una midianita, ante los ojos de Moshé y ante los ojos de toda la congregación de los hijos de Israel…” (Bamidvar 25:6).
Preguntan nuestros Sabios: “¿Qué fue lo que llevó a Zimrí a actuar de esa manera?” Y contestan: “Él no respetaba a Dios ni a sus semejantes…” Esa acción dejó confuso a Moshé y a todo el pueblo, y por eso no supieron cómo reaccionar. Sólo Pinjas supo cómo actuar ante los ojos de toda la congregación.
Más adelante en la parashá, vemos que Dios elige a Yehoshúa bin Nun –que al comienzo era el asistente de Moshé Rabenu–, como sucesor de Moshé. “Dijo HaShem a Moshé: Toma contigo a Yehoshúa, el hijo de Nun, hombre de espíritu, y pon tu mano sobre él (para designarlo)” (Bamidvar 27:18).
La Torá describe a Yehoshúa como un hombre “que tenía espíritu”. El gran sabio sefaradí Don Isaac Abarbanel explica que Yehoshúa tenía en su personalidad las cualidades y condiciones elementales que hacen a un buen dirigente. Entre ellas: humildad, inteligencia, comprensión, heroísmo, conocimiento, temor a Dios y espíritu profético.
Con suma modestia, Yehoshúa comenzó al lado de Moshé, asistiéndolo. Su relación con Moshé Rabenu era la de un alumno con su Maestro. Cuando el pueblo aún estaba acampando frente al monte Sinai, la Torá incluso llama a Yehoshúa “joven” (Shemot 33:11), aunque sabemos que en ese momento él tenía la edad de cincuenta y seis años. ¿Por qué fue llamado de ese modo? Porque, a pesar de su edad, Yehoshúa se comportaba como un joven y fuerte estudiante, al servir a su Maestro con suma presteza y aprender de él la Torá con gran dedicación.
Moshé Rabenu también supo valorar a Yehoshúa como un hombre práctico, y por eso le delegó diversas funciones. Primero lo designó como encargado en la guerra contra Amalek. Yehoshúa debía elegir a los hombres que saldrían al combate, y también debía dirigirlos durante el enfrentamiento. Asimismo, Moshé eligió a Yehoshúa como uno de los espías encargados de explorar la Tierra de Israel. Al volver, sólo él y Kalev ben Yefuné negaron el informe difamatorio de los otros diez espías.
Vemos dos caminos-condiciones que pueden hacer que un hombre sea elegido para ser líder y dirigente del pueblo de Israel:
(1) Hechos. Como ocurrió con Pinjás, que obró como obró pues tuvo un corazón cálido y lleno de sentimiento, y permaneció atento a las necesidades de su pueblo. Pinjás temió por la suerte de su pueblo y supo tomar rápidamente la decisión correcta, conforme a la voluntad de Dios. Él entró en acción en el momento oportuno y salvó al pueblo de la plaga.
(2) Espíritu. Como tenía Yehoshúa, que estudiaba la Torá y servía a su Maestro con suprema abnegación, y estaba dispuesto a recibir sobre sí la responsabilidad de toda acción que requería de gran valor. Y todo esto, además de humildad, inteligencia, comprensión, heroísmo, conocimiento, temor a Dios y espíritu profético, como mencionamos anteriormente.
¿Qué camino o condición es mejor para el liderazgo?
No podemos responder a esta pregunta. Los dos caminos son importantes, y el dirigente necesita de ambas condiciones: “Espíritu y acción”.
Pero es interesante ver cómo Dios delegó a cada uno funciones particulares diferentes:
Pinjás, “el hombre de acción”, aquel que erróneamente podría haber sido visto como “el fanático intransigente”, fue elegido para dedicarse a los asuntos espirituales del pueblo. Él y su simiente fueron elegidos sacerdotes para servir en el Templo Sagrado.
Y a Yehoshúa bin Nun Dios le delegó la dirección del pueblo en el área práctica: Él fue el líder del pueblo y el ejército al entrar, conquistar y repartir la Tierra Prometida entre las doce tribus.