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5. Tishrei 5786

בס”ד

Parashat Sheminí

Aharón no dijo ni una palabra

En la parashá de esta semana leemos que Nadav y Avihú, los hijos de Aharón, ofrecieron incienso sobre un “fuego extraño”, sobre un fuego no consagrado, que no había sido tomado del Altar (Vaikrá 10:1). Una conducta como esa de parte de los cohanim, los sacerdotes, era imperdonable. ¡Ellos debían dar el ejemplo al resto del pueblo! La Torá dice que ambos fueron castigados y fueron consumidos por “un fuego que vino de ante HaShem” (Vaikrá 10:2).

Aharón no dijo ni una palabra (Vaikrá 10:3). Sólo aceptó con fe el gran dolor de la pérdida de sus dos hijos. Moshé, nuestro Maestro, le explicó la responsabilidad que atañe a los cohanim: ellos deben cuidar el elevado nivel de santidad requerido por HaShem.

Y Aharón recibió recompensa por su silencio (Rashí). “¿Qué retribución recibió por ese silencio? Que la Palabra Divina se unió a él, pues sólo a él le fue dicha la sección que habla sobre la prohibición de servir en el Tabernáculo o de juzgar en estado de embriaguez” (Vaikrá 10:8-11).

Entendemos que HaShem habló con Aharón en forma directa, para recompensarlo por el silencio en que se sumió al morir sus dos hijos. Y podemos aprender de su conducta, para saber recibir el juicio del Eterno con amor.

En momentos de desgracia la persona necesita elevarse a un nivel superior de yirat Shamaim, de temor al Cielo. Aharon estaba en uno de los momentos cumbres de su vida. Toda la nación hebrea también estaba en uno de sus momentos cumbre. Pero especialmente después de la desgracia que le sucedió, Aharón pudo elevarse aún más.

¿Cómo se llega a ese nivel? Seguramente, Aharón se esforzó y analizó hasta lo último la misión del hombre durante su estadía en la tierra. Así logró conectarse con la Shejiná, la Presencia Divina, y llegó a un gran nivel de profecía. Es sabido que la tristeza y la depresión impiden que la Presencia Divina esté con las personas. Y si la Palabra Divina se unió a Aharón, eso significa que mediante la reflexión él llegó al conocimiento y a la fe completa en la misión del alma después de abandonar el cuerpo.

El Rambán, Rabí Moshé ben Najmán z”l, cita el versículo del libro de Devarim 14:1 que dice: “Ustedes son hijos de HaShem…”, y explica: “Después de que lleguen al conocimiento de HaShem y sepan que son hijos del Eterno y que Él los ama más de lo que un padre ama a sus hijos, no se rebelen contra Sus actos, pues todos Sus actos son buenos. Y aunque no los entiendas –así como los niños pequeños no entienden todo lo que hacen sus padres, pero confían en ellos– también tú, confía completamente en Dios”.

Porque el pueblo de Israel es un pueblo santo, no es como los otros pueblos del mundo. Según el Rambán, el que cree en HaShem sabe que la muerte es un paso a un mundo mejor, y cuando se llora por la desaparición de un fallecido, es solamente por la separación, como aquel que se despide de su compañero que se va de viaje.

“Aharón no dijo ni una palabra”. Sólo al llenar su corazón de fe, quedó en silencio. Y por eso HaShem lo recompensó: llegó al nivel de la profecía.