La parashá de esta semana comienza con las palabras: “Reunió Moshé a toda la congregación de los hijos de Israel” (Shemot 35:1). Luego dice que Moshé ordenó la construcción del Mishkán (Tabernáculo), pero antes previno de no profanar el Shabat realizando labores prohibidas en el día sagrado.
En varios lugares más la Torá dice que, antes de transmitir la palabra Divina, Moshé “congregó”, “reunió” o “llamó”.
Un tiempo atrás, cuando Dios había mandado a Moshé de regreso a Egipto para informar al pueblo judío sobre la pronta redención, Él le ordenó reunir a los ancianos de Israel (Shemot 3:16). Y la Torá dice que Moshé y Aharón así hicieron: “reunieron a todos los ancianos de los hijos de Israel” (Shemot 4:29).
Asimismo, cuando Moshé transmitió la orden Divina de realizar el sacrificio de Pésaj antes de la salida de Egipto, la Torá dice: “Llamó Moshé a todos los ancianos de Israel” (Shemot 12:21).
Pero en esta oportunidad, cuando Moshé descendió del monte Sinai el día siguiente a Yom Kipur (véase Rashí), nuestra parashá dice que: “Reunió Moshé a toda la congregación de los hijos de Israel”. ¿Para qué necesitaba reunir al pueblo y no sólo a los sabios y ancianos? ¿Por qué reunió a todo el pueblo hebreo?
Al profundizar en los versículos siguientes de la parashá, notaremos que una palabra específica se repite varias veces: lev, “corazón”. Siete veces se repite esta palabra desde: “Tomen de ustedes una donación para HaShem, todo generoso de corazón…” (Shemot 35:5) hasta “Todo hombre y mujer a quienes su corazón los impulsó a traer (donaciones) para toda obra (del Mishkán)…” (Shemot 35:29).
Los comentaristas explican que la Torá aquí quiere enseñarnos una idea muy importante: más allá de la donación de oro, plata y cobre, etc., de la donación material, al pueblo se le pidió otra clase de “donación”.
Sabemos que Dios no necesita ni oro ni plata ni dinero. El Tanaj (la Biblia) está lleno de versículos que muestran esto: “Del Eterno es la tierra y lo que ella contiene” (Tehilim 24:1); “De Él es el océano, Él lo hizo; y la tierra firme Sus Manos formaron” (Tehilim 95:5); “Mía es la plata y Mío es el oro, palabra del Eterno…” (Jagay 2:8); etc., etc.
Lo que Dios desea de la congregación de Israel es la generosidad del corazón, la “donación del corazón”. No obstante, por medio de la donación material se reconoce la donación esencial, la donación del corazón. La cantidad que una persona está dispuesta a donar, así como la rapidez con la que trae su donación, revelan la generosidad de su corazón, enseñan cuánto esa persona estuvo dispuesta a “donar su corazón”.
Los Sabios dijeron: “Lo que sale del corazón, llega al corazón”. ¡Lo que HaShem pide a todo el pueblo es una donación sincera y genuina, realizada con humildad y sumisión! Dios no quiso que este pedido llegara a todo el pueblo por medio de los sabios y los ancianos de Israel, a través de los príncipes. Por eso, Moshé, nuestro profeta, transmitió este pedido a toda la congregación, para que llegue al corazón del pueblo en forma directa.
Además, nótese que a excepción de una pequeña moneda de medio siclo de plata, HaShem no ordenó una donación específica. Dios no quiso que la donación principal para el Mishkán fuera una obligación o un deber tributario. Él quiso que la donación principal sea opcional, voluntaria, “del corazón”. Una donación así es aceptada con más beneplácito aún.
Y el mensaje llegó a destino y logró su objetivo; como dice la Torá: “Trajeron los hijos de Israel una donación para HaShem” (Shemot 35:29). Y no sólo eso, sino que el pueblo siguió trayendo donaciones, y se reunió mucho más de lo que se necesitaba: “Tomaron (los artesanos)… toda la ofrenda que trajeron los hijos de Israel para realizar la labor del Santuario…, y ellos (el pueblo) seguían trayendo más donaciones cada mañana” (Shemot 36:3); “Y el material (que el pueblo donó) fue suficiente para toda la labor que se debía realizar, y sobró” (Shemot 36:7).
Dios no consideró la pureza del oro y la plata que el pueblo donó para la construcción del Mishkán. Consideró la pureza del corazón de quien lo donó; su honestidad, sus buenas intenciones.
La generación del desierto entendió el mensaje, y así respondió.