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5. Tishrei 5786

בס”ד

Parashat Vayerá

La hospitalidad

Una gran novedad trajo al mundo nuestro patriarca Abraham. Un fresco hálito que consolidó y dio forma a la vida social y comunitaria de su época: la hospitalidad.

Esta noble acción entró en la conciencia del mundo a través de la enseñanza de nuestra sagrada Torá.

Dicen nuestros Sabios: “La hospitalidad tiene más mérito que recibir a la Shejiná” (Shabat 127b). El término Shejiná usualmente se traduce como “la Presencia Divina”, y se refiere a la manifestación de la Presencia de HaShem en el mundo, en el pueblo de Israel y en cada individuo.

Normalmente, el ser humano se encierra en sus cuatro paredes y se ocupa de los asuntos propios, de sus cosas personales. No se dedica a observar a su alrededor. No busca a personas necesitadas de ayuda espiritual o material para extenderles su mano.

¡Cuántos necesitan alguien que tan sólo preste oídos a sus problemas! Sólo con escucharlos ellos ya sienten alivio. Además, al hacerlo, muchas veces también podemos ayudarlos a solucionar los problemas que los aquejan, grandes o pequeños.

Y he aquí, Abraham instauró en el mundo este concepto de la hospitalidad, el cual fue una revolución total para la gente de su tiempo. De ahora en más, el ser humano no se encuadrará únicamente en su dominio privado. De aquí en adelante deberá abrir las puertas de su casa y recibirá huéspedes, caminantes y viajeros para ayudarlos en lo que necesiten. Cada uno de acuerdo a sus posibilidades.

Nuestro Patriarca comenzó a desarrollar esta conducta maravillosa cuando aún estaba en Jarán, antes de venir a la Tierra Prometida. Así leemos en el Midrash Pirké de Rabí Eliezer (capítulo 25): “Abraham hizo de su casa una hospedería. Todo aquel que entraba o salía de Jarán era recibido por Abraham, quien le ofrecía de comer y beber, y le expresaba que Dios es uno en el mundo”.

Ya entonces Abraham proclamaba la unicidad de HaShem y demostraba a las personas de su generación la nulidad de la idolatría politeísta.

Y cuando nuestro Patriarca abandonó Babilonia, acatando el mandato Divino “Vete de tu tierra, de tu parentela y de tu casa materna, a la tierra que te mostraré…” (Bereshit 12:1), fortaleció aún más su labor, incentivando a sus seguidores a que cumplieran el precepto de la hospitalidad.

Dice el versículo, con respecto a Abraham: Vaitá éshel biBeer Sheva (Bereshit 21:33); literalmente, “Plantó un éshel en Beer Sheva”. ¿Qué es un éshel? En hebreo moderno, un éshel es un “tamarisco”, cierta clase de arbusto, pero el Midrash nos da otra perspectiva.

Rabí Yehuda dice: La palabra hebrea éshel significa “huerta”, pues Abraham les decía a sus huéspedes: “¡Pidan lo que deseen: higos, uvas, granadas, etc.!” Rabí Nejemiá dice: Éshel significa “hospedería”, pues él les decía “¡Pidan lo que deseen: una pieza de pan, carne asada, vino, huevos!” (Bereshit Rabá 54:6).

Después de haber saciado su hambre, los huéspedes se dirigían a Abraham y le preguntaban: “¿Cómo podemos agradecerte?” Él les respondía: “¡No me agradezcan a mí, sino al Todopoderoso, al Creador del mundo!”

Otro Midrash nos enseña más detalles: “Abraham preparó y estableció un lugar para que los viajeros pudieran detenerse a descansar, y le hizo una entrada por sus cuatro lados”. La razón por la cual Abraham hizo una entrada a cada uno de los lados de su tienda, era para que nadie se demorara o se abstuviera de entrar allí. Según esta opinión, la palabra hebrea éshel, אשל, es una sigla conformada por las iniciales de las palabras Ajilá (אכילה), Shetiá (שתיה), Levayá (לויה) –que significan: “comida”, “bebida” y “acompañamiento” del huésped, al despedirlo– (Midrash Shojer Tov).

Estos tres elementos –la comida, la bebida y el acompañamiento del huésped– componen el concepto central de hospitalidad, ya que no solo debemos “recibir” a las visitas, sino también atenderlas. Les daremos alimento, y luego, al salir, incluso las acompañaremos para mostrarles el camino que deben seguir.

Agrega el Midrash: “Job quería recibir una recompensa semejante a la de Abraham, pero Dios le contestó: ‘¡Todavía no llegaste a realizar siquiera la mitad de lo que él realizó!’ Por eso, lo que Abraham pedía, Dios le concedía” (Avot de Rabí Natán, capítulo 54).

La cualidad de la Hajnasat Orjim, la hospitalidad, siempre fue toda una institución en el seno del pueblo judío. Pobres y ricos trataban de tener un invitado en su mesa y ofrecerle lo que tuvieran, satisfaciendo sus necesidades materiales y espirituales.

Aunque este precepto ha quedado un poco abandonado, debido a los cambios de costumbres que trajo consigo la sociedad de consumo, hasta hoy en día existen sociedades que se dedican especialmente a invitar a pobres y necesitados. Debemos hacer como nuestro patriarca: abrir las puertas y recibir a huéspedes con profundo amor y respeto, cumpliendo así el precepto de Hajnasat Orjim.