No ser desagradecidos
Aharón fue elegido para realizar las plagas de la sangre y las ranas, y no Moshé, puesto que el Nilo había cuidado a Moshé cuando fue puesto en sus aguas.
El agua es un objeto inanimado. Cuando algo flota en el agua y no se hunde, no se nos ocurriría agradecer al agua. De todas maneras, de los relatos de la Torá aprendemos que si alguien tiene provecho de un objeto, cualquiera que sea, debe demostrar gratitud. No debe dañarlo de ningún modo, aunque sepa que no sufre dolor alguno.
Nuestros Sabios enseñaron: “Si has bebido de un pozo, no arrojes allí una piedra” (Midrash Bamidvar Rabá, capítulo 22). Y Rabí Yejezkel Sarna z”l, el Rosh Yeshivat Jebrón, escribió que la obligación de demostrar gratitud “a un pozo”, se aplica especialmente “a un pozo espiritual”. Quien estudió Torá con un Rabino, debe apreciar lo que ha estudiado, debe cuidarse de no tirar piedras al pozo espiritual del cual ha bebido.
Cuando había algún evento especial en la Yeshivá del Rab Moshé Feinstein z”l, éste entraba a la cocina y agradecía personalmente a la cocinera por su esfuerzo en la preparación del banquete.
Una vez, después de una cena de gala, unas personas se acercaron al distinguido Rabino para preguntar su opinión sobre un problema halájico determinado. El Rab Feinstein tuvo que profundizar en el problema, lo que provocó que olvidara agradecer a la cocinera… Pero al día siguiente la sorprendió una llamada telefónica inesperada: el Rabino la llamó especialmente para agradecerle y felicitarla por la cena.