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5. Tishrei 5786

בס”ד

No ser muy malvado

El versículo dice: “No hagas demasiado el mal, ni seas necio” (Kohélet 7:17), y los Sabios preguntaron: ¡¿Hacer mucho el mal está prohibido, pero se puede hacer un poco el mal?! (Tratado de Shabat 31).

El Jafetz Jaím zt”l explicó esto mediante la siguiente parábola:

Un Rey plantó un hermoso jardín al lado de su palacio. Allí había árboles frutales, plantas exóticas y flores de variados y maravillosos colores. El monarca nombró a los mejores expertos para mantener y desarrollar su hermosa joya. Como muestra de su bondad, ordenó a sus sirvientes dejar abiertas las puertas, para que todo el que quiera pueda entrar y deleitarse con el perfume y la vista del hermoso jardín.

Pero una vez sucedió que el Rey miraba a través del ventanal que daba al jardín, y vio que alguien rompió el cerco que rodeaba el jardín. El Rey observó y no dijo nada. Al día siguiente vio que ese mismo hombre cortaba los frutos de los árboles y los ponía en una bolsa. El Rey observó y no dijo nada. Después escuchó que ese malvado dijo: “¡¿Por qué tengo que esforzarme y cortar los frutos uno por uno? ¡Mejor cortaré una rama entera y me llevaré las frutas!”

El Rey se encolerizó y exclamó: “¡¿No alcanza con que ese hombre no valora los árboles, sino que además los destroza?!” Pero como el Rey era muy paciente, quiso esperar y ver hasta dónde llegaría aquel necio, pues siempre podría castigar a aquel malvado por su necedad.

Aquel hombre pensó que el Rey no se encontraba en el palacio, y decidió arrancar de raíz uno de los árboles frutales. Ya estaba por comenzar su cruel acción cuando el Rey ordenó a sus servidores apresarlo y castigarlo.

Dijo el Jafetz Jaím zt”l:

“El Rey” de nuestra parábola es el Rey de Reyes, el Santo, bendito sea, quien creó este magnífico “palacio”, que es el cielo y la tierra. “El jardín” es la Torá. “Las frutas, las flores y las ramas” son las mitzvot, los preceptos.

La Torá refresca el alma y las mitzvot alegran el corazón. El hombre inteligente estudia la infinita sabiduría de la Torá y disfruta de ella, y sabe agradecer con todo su corazón a Quien nos la entregó. Pero desgraciadamente hay personas que comienzan a hacer brechas en el cerco del jardín… Ellos desobedecen las órdenes de la Torá y tienden a destrozar las bases de nuestra fe. ¡Los infractores de la Ley Divina no deben alegrarse, porque “el Dueño del jardín” no dejará que lo destruyan!