Uno de los alumnos más prestigiosos del Rab Israel Meír Hacohén de Radin –el Jafetz Jaím z”l– había sido invitado a ejercer el Rabinato en una comunidad de Lituania. Sin embargo, aquel alumno era muy temeroso de HaShem, y dudaba si aceptar ese puesto de Rabino y Juez. ¡Tal vez no juzgaría correctamente algún caso según el dictamen de la halajá!

Como los miembros de aquella comunidad no dejaron de insistirle para que aceptara tan digna posición, aquel alumno decidió viajar a Radin para aconsejarse con el Jafetz Jaím z”l.

Después de escucharlo con mucha atención, le dijo el anciano Rabí:

“En Parashat Shemot, la Torá nos relata que el Faraón acudió a las parteras hebreas para que mataran a todo niño varón que naciera de madre hebrea. Pero las parteras eran temerosas de HaShem y no hicieron caso a esa orden.

“Podríamos preguntar: ¿Por qué razón ellas no dejaron su trabajo, para así cumplir con HaShem y demostrar su inconformidad con el tiránico y cruel Faraón, que quería matar a todos los niños de Israel?”

Respondió el Jafetz Jaím z”l, acentuando su voz:

“Porque Shifrá y Puá, las parteras hebreas, sabían que serían reemplazadas en su trabajo por otras mujeres. ¡Ellas temían que sus reemplazantes no pudieran soportar la presión del Faraón, y terminaran obedeciendo la cruel orden de matar a los niños! Por eso ellas no abandonaron sus puestos. Ellas pusieron en peligro sus vidas, con el único objetivo de velar por la salud e integridad de los niños judíos.

“Y la conducta de las parteras hebreas debe ser para nosotros un ejemplo, cuando recibimos la misión de dirigir a nuestro pueblo”, concluyó el Jafetz Jaím z”l.