Pensamientos y reflexiones
- ¡Cada vez que pasó por aquí, siempre me sucede esto!
- ¡Y así pasó en “Jélem”!
- No confundir al prójimo
- Los falsos rumores
- Ayudar sin motivo
- Aprender la lección
- ¿Qué aprendemos de las parteras hebreas?
- ¿Por qué Israel necesitó dos enviados?
- Enseñar que el Creador existe
- Todo el tiempo que la vela arda
- La oración secreta
- Cómo hacer la guerra
- ¡Cada uno a su lugar!
- Una mente retorcida
- Una Tierra de leche y miel
- Hablar con Dios
- ¡Él viene!
- En todas partes
- La fuerza de la oración
- Una escalera para subir al árbol
- Fuerzas para rezar
- Las cuerdas flojas
- Los caminos de los justos
- En manos de Dios
- ¡Ojalá me ocupe de mis asuntos!
- Dios es Quien cura
- Soportar el dolor
- Todo proviene de Dios
- No aceptar lashón hará
- Felicidad y tristeza - La verdadera contrición
- ¿Por qué Bilam era orgulloso?
- Amargo... ¡pero no malo!
- El llamado
- El mundo al revés
- No ser indiferente
- No ser desagradecidos
- ¡Ayuda con lo mejor de ti!
- El respeto a los suegros
- Asegurarse de que los alumnos entienden lo enseñado
- Aliviar la carga de nuestros semejantes
- Llamar a la puerta antes de entrar
- Ser considerados con el sentimiento del prójimo
- No debemos revelar secretos
- No avergonzar y confundir a nadie
- Estudiar la Torá correctamente - Saber la Torá
- Hacer favores a todos, no solamente a nuestros amigos
- Rezar por otros, aunque no lo hayan pedido
- La santidad se adquiere con la gente
- No ser muy malvado
- Robar es Jilul HaShem
- Está prohibido engañar o estafar
- Debemos impedir que otros pequen
- La verdadera riqueza del hombre - La amistad en el momento de la verdad
- ¿Por qué seremos menos?
- La humildad y el desaliento
- Lejaím (sucedió una vez)
- Aprendiendo a caminar
- No dialogar con el yétzer
- El Palacio del Rey
- ¿Para qué son los pórticos?
- Dios no hace injusticias
- ¿Vale la pena angustiar a Dios?
- ¿Igual o por encima?